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Postal desde un país sin desahucios (todavía)

El centro de Dublín bulle como si la pesadilla inmobiliaria fuera una cosa del pasado. Pero la morosidad hipotecaria en Irlanda sigue subiendo y supera ya el 15%; la nueva ley de insolvencia personal espera recibir 15.000 solicitudes en su primer año en vigor; y las protestas contra las medidas de ajuste llegaron el sábado (13 de abril) hasta la puertas del Castillo de la capital irlandesa donde se reunían los ministros de Economía de la UE. A pesar de tanto desastre, los irlandeses se han librado hasta ahora de la plaga de los desahucios. ¿Cómo lo han conseguido? ¿Podrán mantenerlo?

Disfrutando del bullicio de los pubs dublineses resulta difícil hacerse idea de las dificultades que todavía tiene por delante el país. Quizá también porque a los dicharacheros irlandeses les gusta compartir todo menos sus problemas. "La famosa labia que tienen es una táctica para disimular todo lo que no te están contando", dice Michael Lewis en Boomerang, esa obra de imprescindible relectura cada vez que se visita un país rescatado.

Las calles rebosan juventud en un país donde la base de la pirámide de población (hasta 24 años) supone más de un tercio, frente al 25% de España o Alemania. Y el efecto anti-edad se ve reforzado, además, por la presencia de miles de jóvenes europeos, muchos españoles, que se van a Irlanda a aprender inglés.

Su número solo se ve superado por las bandadas de taxistas y de gaviotas que recorren de manera incesante las calles de la ciudad, a la búsqueda de algo para picotear. Los graznidos (de las primeras, porque en Dublín hasta los taxistas son amables) no encajan mal con una ciudad dominada por la pasión musical. Y en la que solo sobran, como en tantas otras, esas abominables estatuas que hacen las delicias de los turistas, pero que dejan el mobiliario urbano como una casposa repisa de figuritas de porcelana.

A la aparente paz social contribuye también el hecho de que los desahucios no se han convertido en un drama diario. El Gobierno irlandés, a través del Banco central, los frenó nada más comenzar la crisis con un código de buenas prácticas aprobado en 2009 y que ha ido endureciendo.

Hasta ahora, la banca solo ha recurrido a la ejecución hipotecaria en ultimísima instancia y ha recurrido en cambio a fórmulas de alivio (suspender el pago del principal, rebajar cuotas, etc.).

Pero la tregua puede estar a punto de concluir, porque la morosidad sigue subiendo y empieza a alcanzar niveles que hacen temer por una nueva ronda de recapitalización de la banca, que podría ir a cargo del erario público.

Para frenar la escalada, el Banco de Irlanda va a exigir a las entidades las entidades que cada trimestre presenten un número determinado de contratos hipotecarios renegociados, según publica hoy el Sunday Business Post (periódico muy recomendable, por cierto, para quienes estén interesados en la economía irlandesa, con una web solo de pago). Para muchas familias, la reestructuración supondrá un alivio. Pero para otras, podría ser el reconocimiento definitivo de su insolvencia y abocarlas al desahucio. Un desenlace que puede volverse más frecuente a partir de ahora, según reconoce en el mismo diario un portavoz del Banco central.

Sería el punto de inflexión de una política que evitó un drama social en un país como irlanda, donde los hogares tienen uno de los ratios de endeudamientos más altos de Europa (equivalente como media al 200% de sus ingresos (frente al 120% de España o el 90% de Francia).

Dublín necesitaba, además, reconciliarse con un pueblo que deberá soportar durante generaciones una deuda pública descomunal como consecuencia de la decisión del Gobierno de garantizar los 80.000 millones de euros de los bonistas senior de los bancos rescatados, una cantidad superior al rescate financiero concedido por la troika (CE, BCE y FMI).

Esta semana, el antiguo representante del FMI en la troika irlandesa, Ashoka Mody, conmocionaba al país al declarar que aquella decisión fue un error y que las recetas de austeridad impuestas a Irlanda para compensarlo han sido contraproducentes para la recuperación del país. Para colmo, la explosiva confesión coincide con la campaña de recaudación de tasa a la propiedad inmobiliaria exigida por la troika y que se aplicará este año por primera vez (unos 400 euros al año para una vivienda valorada en 200.000 euros).

Bruselas insiste en todo lo contrario. Y presenta a Irlanda,el único país rescatado que ha logrado crecer aunque sea tímidamente (0,7% el año pasado) como un modelo a seguir. Un "modelo" cuya deuda pública supera el 120% del PIB, cuyo déficit podría cerrar este año en el 7,5% y donde la deuda de los hogares suma todavía 186.000 millones de euros, con unas viviendas en (presunta) propiedad cuyo precio ha caído más del 50%. La prueba de que el programa no está dando los resultados previsotos es que este mismo fin de semana el Ecofin ha tenido que prolongar a Irlanda (y Portugal) 7 años los plazos de reembolso. Y que Dublín ya había prolongado, casi a la brava, los plazos de reembolso al BCE.

Foto: convocatoria de la manifestación del sábado 13 de abril en Dublín contra la tasa a la propiedad, con motivo de la reunión del Ecofin. (B. dM., 12-4-2013).

Postales anteriores: Hamburgo, Saariselka (Finlandia), Luxemburgo, Madrid; Atenas; La Restinga (El Hierro); Wroclaw (Polonia); Vila Nova de Cerveira (Portugal).

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