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El Foco
Columna
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Altura de miras

El maltrecho sector energético español sigue sin recibir soluciones adecuadas a sus problemas. La autora reclama un marco regulatorio transparente y dialogado que garantice su estabilidad futura

El año 2012 ha finalizado de manera más que agitada para las compañías energéticas, con decretos de muy última hora que desacreditan las tímidas reformas iniciadas. Por otra parte, muy controvertidas y con baile de sillas en la Administración. Durante el último año se han dado pasos en muy diversas direcciones, buscando soluciones a los problemas del sector, pero sin tomar una perspectiva global del problema ni tener en cuenta a todas las partes implicadas. Dicho de otro modo, no todos esos pasos se han dado hacia delante. En este contexto, el panorama que se encuentra el nuevo secretario de Estado de Energía sigue siendo difícil y complejo.

Es claro y notorio que las medidas actuales se quedan cortísimas en cuanto a dotar al sistema eléctrico español de un diseño regulatorio transparente y estable. El Parlamento ha cerrado el año dando luz verde al proyecto de Ley de Medidas Fiscales en Materia Medioambiental y Sostenibilidad Energética. Esta ley implica la creación de gravámenes importantes que afectarán a todas las empresas que operamos en el sector, para recaudar en torno a 3.000 millones de euros. Lo nuevos impuestos, con mayor o menor acierto, apuntan hacia una mínima distribución de cargas entre los agentes, al combinar un impuesto de generación general -el que menos contribuye al equilibrio- que supone el 7% para todas las empresas productoras, con impuestos parciales ajustados a cada tecnología: canon a las centrales hidráulicas, impuestos a la producción y almacenamiento de residuos nucleares, fin de exenciones fiscales a los combustibles fósiles que se queman para generar electricidad e impuestos al consumo de gas natural (exigiendo un esfuerzo fiscal mayor -de nuevo- a los productores de electricidad).

Son enormes las dudas que genera en todos los agentes la reciente entrada en vigor de la nueva ley. Si es interpretada aisladamente, la reforma aplicada no tiene recorrido alguno y no sirve más que para certificar un año perdido en aportar soluciones al sector. Es una ley tibia, que se limita a gravar la actividad de generación, sin apenas discriminar ni a los más eficientes ni a los que más contribuyen a la estabilidad. Es también una ley que nace con más detractores que discípulos, porque afecta a todas y cada una de las piezas del engranaje energético, en su afán por repartir soluciones de urgencia al déficit que no parecen más que parches. El aumento de las cargas fiscales siempre tiene efectos negativos, desde el punto de vista de las cuentas de resultados en el corto plazo, e inciertos en el medio y largo plazo.

No creo necesario valorar cada impuesto parcial ni el contexto recaudatorio de las medidas, pero sí insisto en la insuficiencia de las mismas y en la urgencia de poner a todas las partes implicadas a diseñar una reforma en verdad profunda y radical, que venga a resolver los problemas estructurales que presenta nuestro sector energético. Tampoco creo que sea tiempo de cuestionar la falta de diálogo del Gobierno con los agentes respecto a esta primera parte de la reforma. En general, continuar en la misma dinámica que este ya cerrado 2012 conlleva el grave riesgo de colapso de un sistema ya de por sí maltrecho.

Es tiempo, pues, este 2013 de encuentros, de esfuerzos compartidos y de que todos, tanto el ministerio como el regulador y los distintos agentes del mercado trabajemos con altura de miras. Ante una situación excepcional de verdadera emergencia sectorial, tenemos que tener una visión muy de largo plazo, para buscar un mejor marco regulatorio para todos.

Solo una reforma regulatoria de verdad, profunda, con calado amplio, valiente, significaría comenzar a recorrer un camino en verdad adecuado para conseguir la reducción de déficit acumulado, que se cifra en el orden de los 30 billones de euros para este 2013, y por extensión, dar pasos correctos para garantizar la estabilidad futura del sector. Es necesario emprender, de una vez por todas, ese camino reformista, sin complejos, y con la mayor unión y sentido de la responsabilidad posible.

Desde GDF Suez Energía Iberia siempre hemos manifestado la necesidad de contar con modelos regulatorios estables, capaces de estimular la competencia de acuerdo con la realidad de cada tecnología y su capacidad para ser rentable por sí misma. Pensamos que es esencial que exista un marco regulatorio claro, que permita a cada tecnología ser rentable por sí misma y a cada operador no asumir mas allá de los riesgos derivados del libre mercado. Creemos en un mercado que permita a los consumidores pagar un precio justo y competitivo por la energía que consumen. Defendemos, en fin, unas reglas del juego firmes y transparentes, que escuchen y atiendan a las demandas de los agentes del sector y que garanticen la equidad para los productores, la competitividad para los consumidores y, en definitiva, la eficiencia y sostenibilidad del sistema.

En España, GDF Suez ha realizado inversiones muy importantes en los últimos años que evidencian nuestra apuesta firme por el mercado ibérico, quinto de Europa. Nuestra prioridad es rentabilizar el enorme esfuerzo de inversión realizado. Por lo tanto, el debate sobre propuestas regulatorias de los próximos meses va a ser clave para conseguir ese objetivo. Como para el resto de inversores, se nos presenta una ventana abierta a nuevas oportunidades en las que queremos estar presentes, participando en el diseño de un sector mejor para todos. A nuestro parecer, ese mejor sector es el que da a cada tecnología y a cada planta la opción de ser rentable por sí misma, sin intervencionismos, sin poner en ventaja franca a nadie y articulando los mecanismos que sean necesarios para garantizar la seguridad eficiente de suministro.

En este sentido, los ciclos combinados deben jugar, sin duda, un papel fundamental en el futuro como tecnología de cobertura en tiempo casi real. Y deben mantenerse incentivados para ello, en un mercado fuertemente marcado por la alta penetración de tecnologías renovables.

No hay ninguna duda de que estamos todavía en la línea de salida de camino que debe llevar al sistema energético español a un cambio radical y que los pasos dados son casi imperceptibles. Como han admitido muy recientemente el propio ministro de Industria y el nuevo secretario de Estado, hay mucha tarea aún por hacer. Tarea en la que todos los implicados debemos buscar espacios comunes de encuentro y entendimiento. Tarea en la que debemos defender nuestros intereses empresariales y sectoriales, por supuesto, pero sin olvidar la responsabilidad urgente de resolver un problema muy grave que nos afecta a todos.

Loreto Ordóñez es CEO de GDF SUEZ Energía Iberia

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