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Tribuna
Columna
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Invertir en crecimiento

Por qué la industria en EE UU mantiene ritmos de crecimiento anual del 3 % y en Europa decrece? Ya sé que Europa, la zona euro, se compone de muchos países con realidades muy diferentes. La última encuesta IFO alemana anticipa una recuperación del sector manufacturero ante las expectativas favorables para las exportaciones en un contexto de recuperación del comercio mundial. El sector exterior se constituye, de esta forma, en el principal motor de la recuperación.

De hecho, así es siempre en la parte más baja de la crisis. Pero no se hagan muchas ilusiones: hay países que pueden estar estancados algún tiempo mientras superan sus problemas estructurales. Con todo, explicar las discrepancias entre los países desarrollados por el comportamiento del sector manufacturero, dejando al margen la construcción, es un reto intelectual. Realmente, es mucho más que esto, considerando la debilidad del mercado de trabajo y la necesidad de encontrar la senda adecuada para volver a crecer.

Primero las exportaciones, después la inversión productiva, a la que siguen el empleo y el consumo: este es el proceso normal para superar la crisis. Ahora, además, nos enfrentamos a la necesidad de ajustar la deuda al mismo tiempo que el proceso anterior se materializa. ¿Cómo ha conseguido la economía norteamericana que el optimismo entre los analistas y estrategas vaya más allá de los mercados para materializarse en la economía? Mientras en la zona euro vivimos del "contagio positivo" en los mercados al que se refería el presidente del BCE, Mario Dragui, en EE UU hay razones cualitativas y cuantitativas para descontar que el crecimiento económico actual se haga más sólido en el futuro próximo. Otra cosa es su solidez, también en un proceso aún no iniciado de reducción del endeudamiento público y en algún momento del desapalancamiento de la propia Reserva Federal. Pero partir de crecimiento económico y creación de empleo es, sin duda, un buen arranque para hablar de ajustes asumibles.

De nuevo: ¿cómo lo han hecho? Un consumo privado resistente, apoyado en una mejora de la renta disponible, más por el empleo que por los salarios, un sobreajuste de precios y cantidad en el sector residencial tras cinco años de crisis y un banco central dispuesto a todo para mantener las condiciones de financiación favorables. ¿Qué falta? Inversión empresarial, lastrada a corto plazo por las dudas fiscales pero con un caldo de cultivo cada vez más positivo para su recuperación. Y en este punto entra de nuevo el sector manufacturero. Hay algunos economistas norteamericanos que comienzan a hablar de un "renacimiento de la industria" en su país. Y lo argumentan en varios factores: (1) Riesgos geopolíticos que favorecen la inversión doméstica; (2) Outlook energético muy positivo, con el gas no convencional; (3) Estructura de producción bien engrasada;(4) Incentivos fiscales; (5) Mercado de trabajo flexible; (6) Avances en tecnologías; (7) Expectativas de recuperación de la demanda interna e internacional.

Admitirán que son argumentos atrayentes, ¿verdad? Añadan el aumento de los costes de producción en los países emergentes, problemas de logística (incluidos costes) y hasta factores psicológicos siempre difíciles de cuantificar. En conjunto, un escenario propicio para sentirse optimista sobre la recuperación de la inversión empresarial y el despegue definitivo del sector manufacturero norteamericano. Y la industria es clave para un crecimiento económico resistente.

Ahora hagan el ejercicio inverso para intentar traer las condiciones anteriores a Europa. Entenderán, aunque muchos no lo compartan, la demanda recurrente de las autoridades alemanas por mejorar la competitividad en el área. Ya no es sólo que se debe converger en competitividad, en un contexto aún no conseguido del todo de integración financiera y fiscal, como que exista la necesidad imperiosa de atraer capital productivo (no confundir con inversión de cartera) para volver a crecer de forma sostenida.

Los ajustes estructurales esconden eliminar rigideces en la producción, aumentar la competencia e incentivar iniciativa. No es sólo cuestión de abaratarnos, mejorando la competitividad vía precios o a través de la productividad negativa que suponen los despidos. De hecho, algo falla cuando las cifras de desempleo no dejan de crecer tras cuatro (¿o son ya cinco?) años de crisis. Parte de este fallo ha sido la financiación, o mejor, la restricción en la financiación. Pero no es el único impedimento a considerar. Se me ocurre incluso otro más importante: el contexto político. Naturalmente, aquí estoy hablando del conjunto del área euro (¿alguien duda de que la crisis del euro es política?) aunque también podríamos centrarlo en la tensión política doméstica que sufrimos en algunos países.

Superarlo no es fácil, pero tampoco es imposible. Nuestra sociedad lo merece. Y nuestra juventud, pensando en el futuro, nos lo demanda.

José Luis Martínez es estratega de Citigroup en España

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