Cinco soluciones para salir del atolladero europeo
Favorecer el crecimiento de los países del sur rebajaría el precio de los rescates y aplacaría el riesgo político dentro de la eurozona, según el instituto de estudios Bruegel, que propone cinco medidas para superar la crisis.
El instituto de estudios Bruegel, uno de los más prestigiosos e influyentes think thanks de Bruselas, considera que el mayor riesgo para el éxito del proyecto de integración europea e incluso para la superviviencia del euro es la profunda recesión por la que atraviesan los países del sur de Europa. En un reciente informe a cargo de economista Zsolt Darvas se alerta de que una salida del euro de alguno de los países perféricos conllevaría una reducción de su PIB del 50% durante el primer año fuera de la madriguera.
Solo la recuperación de las economías de los las países del sur calmaría las tensiones dentro del mercado europeo. Reduciría además el riesgo político en los países acreedores (Alemania, por ejemplo), que ven cómo aumentan las corriente de opinión que abogan por dejar a su suerte a los Estados más endeudados y proponen su propia salida del euro. Favorecer el crecimiento de los países del sur rebajaría el precio de los rescates y aplacaría el riesgo político dentro de la eurozona. Estas son las cinco propuestas de Bruegel:
Una reforma más profunda del mercado laboral y continuar en la liberalización del resto de mercados (servicios, por ejemplo) para aumentar la productividad y reducir los costes. Hace mención a los fuertes desajustes estructurales (deuda, déficit, paro, etc) y reconoce que los cambios requerirán tiempo. No obstante, Bruegel interpreta que se están dando pasos en la buena dirección. Mientras la productividad ha aumentado en los últimos años, los costes laborales se han reducido. En España, por ejemplo, se ha producido un abaratamiento de los costes del trabajo desde 2008, fundamentalmente, eso sí, a través de la destrucción de empleo.
Continuar los esfuerzos para cuadrar las cuentas públicas. Pero recomienda, en la misma línea que el Fondo Monetario Interancional, que el ritmo de los ajustes sea proporcionado, según la situación de cada Estado, ya que la espiral de incumplimiento de los objetivos y recorte del gasto sólo profundizará en la recesión. Y va más allá, propone que los objetivos fiscales pasen a ser contabilizados según el patrón estructural y no el nominal. Es decir, tomar el resultado que emana de gastos e ingresos fundamentales y permanentes, sin contar con los coyunturales, los que dependen del ciclo. De esta manera, no se contabilizarían todas las partidas que se han disparado (prestación por desempleo, gastos financieros para rescates bancarios, etc) durante la crisis. Un argumento ya utilizado, entre otros, por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Crecimiento de los salarios en las economías fuertes del centro y norte de Europa, así como una flexibilización en los objetivos fiscales en los países con menos desequilibrios para que de esta manera puedan reactivar la demanda en el mercado europeo. Subrayan la atención del crecimiento del coste laboral unitario en Alemania pero lamentan que, previsiblemente, no seguirá haciéndolo. Mientras en prácticamente todos los países europeos subía el coste laboral por unidad producidadurante los años previos a la crisis,en Alemania bajó gracias a las medidas para contener el crecimiento de los salarios, para posteriormente elevarse con fuerza hasta situarse en un nivel similar a España.
Un euro débil ayudaría. Decisiones como nuevos recortes de tipos de interés y medidas de estímulos por parte del Banco Central Europeo (BCE) serviría para equilibrar la balanza comercial de los países del sur con los países de fuera del euro, además de favorecer la exportaciones alemanas. Otro efecto positivo sería la corrección de los desequilibrios dentro de la eurozona. Al aumentar las exportaciones, empujarían para arriba los salarios en Alemania, mientras que esto no sucedería en países como España, dado el efecto sería ir reduciendo progresivamente el desempleo. Así, además, la competitividad de España con respecto a Alemania mejoraría. Bruegel recuerda que sin una devaluación del euro, España se vería abocada a un periodo deflacionario (un bajada generalizada del precio de bienes y servicios) que no traería buenas noticias ni a la deuda pública ni privada.
Nueva quita de la deuda griega que involucre a los acreedores públicos. Después de que en la primera reestructuración participasen los acreedores privados -principalmente, bancos- de forma voluntaria, la troika ha propuesto que, por primera vez, los estados europeos tenedores de bonos soberanos helenos acepten perder dinero (de sus contribuyentes). Bruegel apoya la propuesta y la interpreta como un castigo para los Estados de la UE por su lentitud a la hora de establecer soluciones. Ademas, apuesta por un mega programa de inversión pública a través del Banco Europeo de Inversión (EIB, en sus siglas en inglés). Para lograr este objetivo, aboga por aumentar el capital de esta institución europea más allá de los 10.000 millones de euros acordados en el marco del Consejo Europeo de junio.