Shell paraliza sus planes de sacar crudo del Ártico
La compañía retrasa un año la perforación de un primer pozo por fallos en el sistema antiderrames.
El visto bueno que este año ha dado Estados Unidos para perforar el Ártico en busca de petróleo empieza a toparse con los obstáculos de una de las regiones más inhóspitas del planeta. El gigante Shell ha sido la primera compañía en aceptar el reto de abrir pozos de petróleo bajo las aguas de esta zona cada vez menos helada por el calentamiento del planeta, según afirman los científicos.
La desaparición de las masas de hielo que habitan esta lejana tierra está haciendo posible abrir nuevas rutas de navegación y la entrada de la industria petrolera para empezar la búsqueda de crudo a 70 millas de la costa noroeste de Alaska. La iniciativa de esta multinacional llega en un momento en el que a las grandes del sector se les complica la búsqueda de crudo sobre la tierra, donde empieza a escasear, y acuden a las profundidades marinas.
Shell tenía previsto comenzar a perforar antes de la llegada del invierno, pero un fallo en el sistema de seguridad para evitar derrames durante la prospección ha empujado a la compañía a paralizar sus planes hasta el año que viene, según anunció el pasado lunes a sus inversores. "No llevaremos a cabo ninguna operación hasta que estemos preparados para hacerlo de forma segura. Los pozos se abandonarán temporalmente este año de acuerdo a las exigencias regulatorias", explica la petrolera en su página web.
El parón es un golpe a los más de 3.000 millones de euros y cuatro años de trabajos preparatorios que la empresa anglo-holandesa lleva invertidos solo para testar la zona de pruebas, en el mar de Chukotka. Este mar es navegable únicamente durante unos meses al año, por lo que la compañía necesitaba concluir su primera incursión antes del final del verano. Pero este fallo técnico obliga a posponer los planes hasta después del invierno, en 2013, y pone sobre la mesa las difíciles condiciones de trabajo en esta región.
El abandono de la petrolera, aunque temporal, podría alejar del Ártico a otras empresas, que siguen muy de cerca hasta dónde se puede llegar en este terreno para lanzarse a su conquista. En agosto, la noruega Statoil anunció que aplazará un año sus planes para buscar crudo en la región por los obstáculos regulatorios a los que se enfrenta su competidora Shell.
"Debido a la incertidumbre que plantea la perforación marina, hemos decidido dar un paso prudente y observar qué camino toma Shell antes de decidir nuestro propio calendario", declararon fuentes de la empresa al diario de Alaska Anchorage Daily News. Es decir, que la compañía no hará nada hasta 2015, un año después de sus primeras previsiones.
Shell también abandona su campaña ártica por las extremas condiciones climáticas, que hace unos días empujaron enormes bloques de hielo a la deriva hacia su barco de exploración. Científicos estadounidenses ya habían advertido del gran peligro que supone perforar estas aguas por los violentos vientos, aunque la autorización de Estados Unidos solamente sea, al menos por el momento, para quebrar la capa del fondo oceánico que cubre las reservas de petróleo.
Pese a las dificultades, la compañía insiste en que "este programa es vital para las necesidades energéticas de Estados Unidos, su economía, la creación de empleo en Alaska y para Shell", explica el gigante en su página web.
El fiasco del Ártico llega con el endurecimiento de los permisos a las empresas petroleras para perforar tras la catástrofe del derrame de la plataforma Deepwater Horizon, de la compañía British Petroleum, ocurrido en el golfo de México en abril de 2010.
Tras aquel vertido, científicos y ecologistas de todo el mundo alertaron del grave peligro de fondear las aguas árticas y el riesgo de afrontar las peores consecuencias que acarrearía un derrame similar en esta región, ya de por sí muy afectada por los efectos del cambio climático. De hecho, BP suspendió con carácter indefinido el pasado mes de julio su campaña de búsqueda de crudo en el mar de Alaska, aludiendo a las limitaciones técnicas y a los ele-vados costes de la operación, que la empresa estimó en 1.500 millones de dólares.
Grandes riesgos, grandes beneficios
Potencial: el deshielo de esta zona helada ha abierto el apetito de los países ribereños por acceder a las materias primas que albergaría el subsuelo ártico, entre ellas, reservas de petróleo cuyas estimaciones no están claras pero justificarían el riesgo de las grandes empresas del sector.Inversiones: Shell ha invertido 3.400 millones de euros solo para tener acceso a la exploración de la zona antes de perforar para extraer petróleo. Su rival British Petroleum ha estimado en 1.500 millones de dólares las inversiones necesarias para adentrarse en el subsuelo marino. La compañía suspendió la operación por su elevado coste y el peligro que entraña el terreno.Alerta: científicos y organizaciones conservacionistas han alertado del gran riesgo que puede suponer extraer petróleo en esta región, debido a sus difíciles condiciones climáticas y también por la amenaza que pesa sobre su hábitat.Previsiones: los retrasos en los planes de las compañías petroleras en el Ártico no harán realidad la obtención de crudo hasta al menos dentro de dos años. La noruega Statoil tiene previsto desembarcar allí en 2015.