Lo más importante es la ejecución
El viernes el Gobierno aprobó el nuevo real decreto-ley de reforma del sector financiero. El autor analiza las medidas que incluye, pero también la importancia de su gestión eficaz en la práctica
Con las medidas adoptadas el viernes por el gobierno en materia financiera parece que se dejan al lado las reformas paulatinas y progresivas y se inicia el camino de la necesaria resolución. De hecho, el nuevo Real Decreto se denomina "de Reestructuración y Resolución de Entidades de Crédito" como si se quisiera poner un punto final al afán reformista y establecer la resolución final. Hasta ahora, las cuatro reformas bancarias que se habían aprobado desde 2009 habían tenido un gran impacto desde el punto de vista de la reestructuración del sector pero mucho más limitado desde la perspectiva de la asunción del deterioro y la necesaria recapitalización. Sin embargo, cuando se aceptó el rescate bancario con fondos de la UE se estableció un memorando de entendimiento (MoU por sus siglas en inglés) que marcaba precisamente una hoja de ruta con muchos elementos de resolución y la quinta reforma ahora aprobada es el comienzo de su implementación.
El nuevo Real Decreto tiene elementos de lucha contra crisis bancarias que la historia reciente ha señalado como esenciales, tales como conceder a una autoridad como el FROB la capacidad de adoptar mecanismos de resolución temprana (prompt corrective action) que eviten la demora para aportar soluciones (incluida la liquidación) en entidades con especiales problemas de solvencia. También se asume que el deterioro de los balances bancarios que supone la exposición al mercado inmobiliario debe contar con herramientas más contundentes y eficaces para su solución que las adoptadas hasta la fecha, tales como las Sociedades de Gestión de Activos (SGA) que comúnmente se identifican con los llamados bancos malos. Y en el nuevo Real Decreto se siguen también los preceptos recogidos en el MoU para que no solo los accionistas, sino también los tenedores de participaciones preferentes y subordinadas asuman parte de los costes de la recapitalización. Son todos ellos elementos sin duda esenciales pero hay una lección adicional de las experiencias pasadas que no puede olvidarse. Son tan importantes las grandes medidas como la gestión de su ejecución. Y quedan aún muchos detalles por conocerse y mucha resolución por gestionar.
Lo que tiene de nuevo este Real Decreto es su profundidad y enjundia y su foco en aspectos esenciales de asunción de pérdidas, de valoración de activos y de asunción de un criterio homogéneo respecto a la Autoridad Bancaria Europea sobre qué es el "capital principal" sobre el que se exigirá un mínimo común del 9%. Aspectos todos ellos que, como se ha reconocido, forman parte de un consenso con las instituciones comunitarias.
Comienza un período esencial en el que los ciudadanos esperan entender y conocer cómo se está actuando en el sector bancario y las entidades financieras precisan de una fijación definitiva de unas reglas del juego que hasta ahora han sido demasiado cambiantes para el sector bancario. Asimismo, los mercados observan con atención la seriedad y rigor del proceso porque la corrección de algunos desequilibrios que aún se antojan importantes para los inversores foráneos -como, por ejemplo, el ajuste en los precios inmobiliarios- dependerá en buena medida de cómo se acometan estas medidas. Y ello vendrá determinado por la credibilidad de otros elementos contenidos en el MoU, tales como la valoración independiente e individualizada de los activos bancarios que aún debe presentarse en próximas fechas. Y también de qué pueda decidir el Banco Central Europeo el próximo 6 de septiembre respecto a las compras de deuda pública a corto plazo y en qué medida España podrá solventar la presión sobre sus costes de financiación y la peligrosa interacción entre riesgo soberano y bancario.
La batalla que se ha iniciado es muy importante y aún cuando muchos de los detalles deberán concretarse en próximas fechas, algunos aspectos merecen una reflexión adicional. Entre los que más polémica ha suscitado está que los tenedores de preferentes y subordinadas tengan que asumir parte de las pérdidas. Desde una perspectiva técnica, esa decisión no admite vacilación. Esos productos no son depósitos -por lo tanto, no están asegurados- y no tienen un riesgo nulo y, por lo tanto, deben participar de las pérdidas. Cosa distinta es que se hayan distribuido o no de forma fraudulenta, lo que debe determinarse y corregirse por la vía legal que sea correspondiente. En todo caso, el decreto permite que las entidades tomen medidas en este sentido para ofertar diversos canjes por otros productos (desde acciones ordinarias a depósitos) asumiendo, eso sí, pérdidas. Tristemente, el proceso tendrá a muchos pequeños ahorradores entre sus perdedores.
Por otro lado, en lo que respecta a las SGA, sabemos ahora que se tratará de sociedades en las que el FROB espera tener una participación minoritaria porque se espera captar entre su accionariado a un buen porcentaje de inversores privados. En este punto, el Banco de España deberá determinar el aspecto crucial de los precios de transferencia de estos activos a la SGA y, por lo tanto, en qué medida se ajustarán a su valor de mercado -para lo que parece que se distinguirá por tipos de activos desde el suelo hasta las viviendas terminadas- y qué perdidas se asumirán para que su venta pueda ser realmente atractiva. En todo caso, se considera un plazo de 15 años. Y hasta el término del cual será difícil decir si esta SGA tendrá o no costes para el contribuyente. El objetivo, como en las experiencias históricas más exitosas, es que así sea. Y el español no es un caso aislado. Desde Irlanda recientemente, hasta Alemania o Suecia en el pasado, los bancos malos han sido mecanismos de resolución comunes.
Mientras tanto, se asume que es posible que las ayudas a los bancos procedentes del fondo de rescate sean anticipadas en algunos casos por un FROB que aumenta su capacidad de endeudamiento hasta los 120.000 millones de euros. Y así ha sucedido con Bankia este fin de semana con cierta urgencia tras el decreto, con lo que se ha dejado entrever que cualquier desembolso europeo va a exigir que todo esté muy claro y en orden.
Todos estos ingredientes y los que están por venir suponen un entramado complejo de medidas en la que es preciso insistir que es tan importante la medida en sí misma como su ejecución o gestión. Muchas crisis bancarias pasadas con soluciones similares han dado resultados dispares dependiendo de importantes detalles en su gestión.
Santiago Carbó Valverde. Bangor Business School y Funcas