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Tribuna
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Organizar unos Juegos Olímpicos tiene premio

La recompensa de albergar unos Juegos Olímpicos ha sido, históricamente, confusa. Mientras que los de Múnich (1972) y Montreal (1976) se saldaron con importantes pérdidas, los de Los Ángeles (1980), Barcelona (1992) y Atlanta (1996) reportaron beneficios. Si tomamos en cuenta los costes relacionados con estos eventos, incluyendo la construcción de infraestructuras, seguridad y otros capítulos adicionales, es cuestionable que las Olimpiadas hayan sido alguna vez un beneficio en el estricto sentido financiero.

Las Olimpiadas de Londres serán, según las estimaciones, una buena inversión ya que los ingresos superarán los gastos de organización. Con todo, los costes de construcción y otros asociados dejarán una importante factura para Reino Unido. Pero si dejamos a un lado esta salvedad, el esfuerzo de preparar y organizar unas Olimpiadas parece estar siendo ya un éxito, con las infraestructuras completadas en plazo y por debajo del presupuesto (de 2007).

Cuando Londres realizó su exitosa apuesta en 2005, el coste estimado de albergar los Juegos se estimaba en unos 3.000 millones de libras. La cifra subió de forma significativa hasta los 9.000 millones de libras en 2007, cuando se realizaron los primeros cálculos detallados (es decir, realistas). Desde entonces, las estimaciones totales han rebajado los costes hasta los 8.500 millones de libras, debido al impacto de la recesión sobre los costes de construcción.

El gasto de 8.500 millones de libras equivale a un 0,55% del PIB anual de Reino Unido o el 1,4% de los ingresos públicos (aunque el desembolso se ha extendido a lo largo de varios años). Una parte significativa de esos 8.500 millones de dinero público probablemente se recuperará con el tiempo a través de operaciones inmobiliarias relacionadas con los terrenos y las instalaciones. Aunque la gestión financiera y una buena preparación son elementos clave para lograr unas Olimpiadas de éxito, un enfoque puramente financiero de este evento pasa por alto los efectos económicos más amplios (tanto a corto como a largo plazo) que los Juegos pueden tener sobre el país anfitrión.

Los impactos inmediatos afectan al comercio de bienes y servicios relacionados con los Juegos, y quedan registrados en el momento de cada operación. El Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres (Locog, por sus siglas en inglés) prevé que se destinarán cerca de 2.000 millones de libras a contratos temporales, de seguridad, etc. Más de la mitad de esta cantidad (en torno al 0,3%-0,4% del PIB) se movilizará durante el tercer trimestre.

Es probable que la hostelería y el comercio se beneficien de una demanda adicional por parte de los visitantes extranjeros. En el lado contrario, sin embargo, hay que contar con que las Olimpiadas harán que algunos turistas eviten Reino Unido. Asimismo, es posible que el sistema de transporte experimente desajustes con consecuencias negativas para las empresas.

Es difícil calcular el resultado neto de tantas variables indirectas y sus efectos asociados. Como estimación, asumimos que en el corto plazo los Juegos impulsarán la economía de Reino Unido en el tercer trimestre de 2012 en torno a un 0,3%-0,4% (o lo que es lo mismo, un 1,2%-1,6% anual).

Los beneficios a largo plazo por albergar esta cita deportiva incluyen la promoción de Londres y Gran Bretaña como destino turístico y receptor de inversiones, aunque tampoco podemos olvidar el impacto duradero de la regeneración de partes deprimidas de la ciudad. Por su naturaleza, estos efectos son difíciles de calcular pero no son necesariamente menos relevantes que los conseguidos a corto plazo.

Los entusiastas del deporte dirán que enfocar las Olimpiadas en los aspectos financieros o en los costes económicos y los beneficios para el país anfitrión desvirtúa el discurso. Pero, al igual que existen efectos económicos a corto y largo plazo, también hay beneficios a corto y largo plazo para el deporte. En este capítulo podríamos incluir las instalaciones que permanecerán tras la clausura, así como la promoción del deporte entre la población.

Para los aficionados al deporte de competición, quizá el argumento de mayor peso a la hora de organizar unos Juegos es el beneficio inmediato que conlleva la consecución de gran número de medallas. Según las estadísticas, el país que acoge unas Olimpiadas gana un 54% más de medallas que en otras ediciones. Si las medallas son la divisa elegida, las inversiones destinadas a este fin obtienen un alto retorno.

Kevin Daly. Economista de Goldman Sachs en Reino Unido

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