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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La dimensión real de la crisis bancaria

El Banco de España actualizó ayer el estado de la morosidad del crédito bancario, que ha tomado una sorprendente velocidad de crecimiento en los últimos meses, especialmente en el último año, y que alcanza ya cotas impensables al comenzar la crisis. De hecho, la marca máxima registrada en 1994, con la quiebra de Banesto reciente, ese 9,15%, prácticamente se ha alcanzado ya y la situación no permite aventurar una estabilización temprana de este indicador, que refleja como ninguno el nivel de gravedad de la crisis bancaria. De un total de crédito a residentes de 1,74 billones de euros, 155.481 millones están considerados ya como de dudoso cobro y, lógicamente, convenientemente provisionados. Una cuarta parte de la mora reconocida ha sido aflorada en los últimos 12 meses, cuando una inmensa masa de crédito hasta ahora refinanciado para intentar sostener determinados proyectos empresariales se han revelado artificiosos y han mostrado la verdadera naturaleza.

El hecho de que se hayan alcanzado cotas tan elevadas ya hace pensar que la mora tiene un recorrido importante aún y da idea de la dimensión de la crisis económica y bancaria. Además, hay que recordar que los niveles tan elevados han aflorado cuando se ha admitido, por vez primera, la verdadera dificultad de una parte notable del sector bancario, que ha dejado en manos públicas un balance de medio billón de euros y para el que ha sido necesaria la inyección de dinero europeo para garantizar su solvencia.

La tasa relativa de impagados ha crecido también de forma acelerada porque en paralelo la banca ha practicado un ejercicio de desapalancamiento obligado de la economía que exige una reducción del balance por la única vía posible ahora, cual es la contracción del crédito nuevo. La doble tenaza de elevar la provisión sobre el crédito, tanto sobre el dañado como sobre el susceptible de serlo, con las dos reformas consecutivas de Guindos de febrero y mayo, así como la contracción de la liquidez, ha puesto al negocio bancario en una posición muy complicada que tiene una repercusión directa en la actividad económica.

Hasta tal punto condiciona hoy la crisis bancaria la actividad económica que, amén de haber encarecido la financiación para la economía por la desconfianza generada entre los inversores extranjeros, de forma especial con la explosión de la crisis de Bankia, hoy es el principal condicionante del crecimiento. Una economía sin ahorro interno como la española solo puede crecer con crédito para la inversión y el consumo duradero, y para ello el saneamiento y capitalización de las entidades dañadas no puede demorarse. Europa debe acelerar los procesos de capitalización, porque de la recuperación de España depende también la recuperación del crédito económico y financiero de toda la zona euro.

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