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Columna
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¿Y si no se hubiera adulterado el líbor?

Barclays redujo sin duda su vulnerabilidad al presentar tipos de interés más bajos en medio de la crisis. Pero, ¿la honestidad tiene precio? ¿Barclays habría obtenido los fondos de los inversores de Oriente Próximo, evitado la nacionalización y protegido las primas de sus jefes? Nadie lo sabe, pero la secuencia temporal indica algo.

Después de que Lehman Brothers quebrara en septiembre de 2008, la mayoría de los pequeños participantes del mercado se dieron cuenta de que la tasa del líbor publicada no estaba reflejando de forma correcta los costes de financiación. El Gobierno británico también sabía esto, y siguió de cerca la salud de los bancos británicos al examinar otras medidas. Así que es posible que la decisión de Barclays de recortar sus tipos del líbor en tres momentos clave en otoño de 2008 no tuvo efecto en el curso de la historia.

Sin embargo, está claro que Barclays estaba preocupado por ser visto como algo separado del resto de bancos, como consecuencia de que sus tipos fuesen más altos que los de sus competidores. El Gobierno también parece haber efectuado algunas preguntas sobre esto, indicando que también podría estar afectado. Además, habría buenas razones para la ansiedad. El mundo financiero al completo estaba volando por los aires mientras la propia Barclays estaba engullendo el cadáver de Lehman Brothers.

Originalmente, Barclays intentó comprar la totalidad de Lehman antes de que quebrara, una maniobra sabiamente bloqueada por la Autoridad de Servicios Financieros de Reino Unido (FSA). Pero el banco británico adquirió por una ganga las operaciones estadounidenses de Lehman después de la bancarrota.

Un día después, uno de los miembros del personal responsable de presentar los tipos del líbor comunicó a su jefe que planeaba una emisión en dólares estadounidenses a un mes al 4,75% de interés, de acuerdo con el informe presentado por la FSA. Después de esta conversación, lo recortó hasta el 4,5%. Seguían siendo 50 puntos básicos por encima del siguiente mayor porcentaje. ¿Hubiera sido capaz Barclays de cerrar el acuerdo con Lehman si se hubiera salido más del tiesto?

Unas pocas semanas después, una buena cantidad de grandes bancos, incluyendo RBS y Lloyds, fueron excluidos de los mercados financieros al por mayor y drenaron liquidez a un ritmo alarmante. El Gobierno británico decidió que necesitaban llenarse de capital, nacionalizando algunos de ellos. La decisión final fue tomada durante el fin de semana del 11 y el 12 de octubre. Barclays estaba desesperado por evitar la nacionalización. El banco estaba preocupado por el peligro que suponía la intromisión del Gobierno, pero sus responsables también estarían preocupados de que los políticos frenaran sus abultadas primas. Eventualmente, Barclays convenció al Gobierno de aumentar capital por sus propios medios.

Tres días antes de ese fatídico fin de semana, el 8 de octubre, uno de los encargados de presentar el líbor en Barclays dijo en una conversación telefónica que un jefe le había pedido fijar el tipo a un nivel inferior que el día anterior "para mandar el mensaje de que no estamos en la mierda". Por ello Barclays fijó una tasa que seguía siendo la más alta, pero similar a la de otro banco. Si la hubiesen puesto en un nivel aún mayor, ¿hubiese tenido algún efecto en la buena voluntad del Gobierno para evitar la nacionalización?

Barclays encontró inversores, la mayor parte de Catar y Abu Dabi, que estaban preparados para inyectar 7.300 millones de libras en capital. El acuerdo propuesto fue anunciado el 31 de octubre. Dos días después de la ahora célebre conversación entre Bob Diamond, entonces el presidente de Barclays, y Paul Tucker, el director ejecutivo para mercados del Banco de Inglaterra. Lo que pasó exactamente en esa conversación telefónica no está claro. Pero después de ella, Jerry del Missier, entonces presidente de Barclays Capital, transmitió una instrucción para bajar el tipo del líbor de su banco. ¿Habrían estado los inversores orientales tan dispuestos a invertir en Barclays si los tipos del líbor hubieran seguido fuera de control? Y, si así fuera, ¿el Gobierno británico hubiera tenido que saltar a la palestra?

Puede que no sea posible obtener respuestas claras a estas preguntas. Pero alguien, ya sean parlamentarios, reguladores o una investigación judicial, debería, sin duda, formularlas.

Por Hugo Dixon

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