Los ajustes torcidos de Mariano
Rumanía, Bulgaria, Irlanda, Grecia, Letonia, Lituania y Eslovaquia. Son los únicos países de la Unión Europea que recaudan menos impuestos que España, que está más o menos a la par con Portugal e Irlanda. Ayer salieron los datos de Eurostat y, más allá de de las cifras sobre tipos de impuestos, destaca la bajísima recaudación fiscal. En España el Estado ingresa en impuestos el 31,8% del PIB, con cifras de 2010, frente al 38,9% de la zona euro y el 38,4% de los 27.
No siempre ha sido así. En Nada es Gratis han publicado hoy una excelente entrada al respecto, con otros datos de Eurostat diferentes (y una fantástica errata en el titular del primer gráfico, "ingresos sector púbico"), pero la misma conclusión. Es el país de la zona euro que menos ingresa por impuestos. Según estas cifras, el 35% del PIB en 2011. En 2007 era el 41%.
Pero ¿cómo ha podido ocurrir esto si no se han producido cambios normativos relevantes en nuestro sistema impositivo? Lo lógico sería pensar que si no hay cambios en la fiscalidad la recaudación debería reducirse en la misma proporción que lo hacen las bases imponibles.
Frente a esta evidencia de una estructura procíclica y poco racional de los ingresos públicos, el Gobierno ha dejado de lado la imprescindible reforma fiscal (recordemos, entre otras cosas, que las multinacionales pagan bastantes menos impuestos que las pymes recién creadas, por no hablar de la sonrojante evasión fiscal de los patrimonios con más nombre del país) para limitarse a subir el IRPF. Y aplicar todo el ajuste por el lado del gasto, una decisión de profunda carga ideológica.
La entrada de Nada es Gratis urge a elevar los ingresos fiscales:
El problema no es situar nuestra presión fiscal en la media de otros países europeos sino de situarla allí donde los gastos públicos que tenemos estructuralmente comprometidos necesitan para financiarse. Además hay que hacerlo de manera tal que esta recaudación no pare el proceso de crecimiento económico.
Pero, ¿es mejor subir impuestos o bajar gasto? El FMI puede echar una mano para encontrar la respuesta. En su boletín de política fiscal de abril explica lo evidente: que los ajustes fiscales tienen más efecto sobre el PIB en las etapas de recesión que en las de crecimiento, y que en las etapas de mayor recesión, de hecho, los ajustes ni siquiera tienen mucho efecto en los mercados porque generan dudas sobre el crecimiento a futuro.
Y, respecto a la cuestión que nos ocupa, inlcuye un interesante gráfico que explico abajo.
Los multiplicadores son la medida del efecto de un ajuste fiscal (aumento de ingresos o reducción de gasto) sobre el PIB. Un multiplicador de 1 significa que por cada euro que se ajusta, el PIB cae en otro euro. Eso no implica que el ajuste sea irrelevante; el déficit en términos de PIB baja, pero menos. El gráfico trata aumentos o reducciones del gasto (positive/negative spending shock) y bajadas o subidas de impuestos (positive/negative revenue shock). Y trata también cuándo se producen estos cambios, si en fases de expansión (negative output gap) o contracción (positive output gap).
Las medidas impositivas, las de la derecha, tienen mucho menos efecto sobre el PIB, es decir, son menos procíclicas (los multiplicadores son menores en todos los casos). Y, además, tienen un efecto casi neutro (tanto si son subidas como bajadas de impuestos) en épocas de expansión. En épocas de contracción el efecto positivo o negativo sobre la economía es mayor. Pero mucho más limitado que los ajustes en gasto.
También en este caso los aumentos o descensos de gasto público tienen más efecto en las etapas de contracción económica. Los multiplicadores son superiores a uno en los dos casos. Los aumentos de gasto exageran el ciclo cuando las cosas van bien, y los recortes enfrían la economía más que las subidas de impuestos.
En otras palabras, en una etapa de contracción como la actual en la que es necesaria la consolidación fiscal, recortar gasto es tres veces más dañino para el PIB que aumentar ingresos. Lo ideal sería elevar el gasto público para animar la economía (recordemos que el Plan E, por muy absurda que fuese la idea de levantar aceras y reponer aceras, reactivó la actividad), pero con un déficit del 9% es imposible.
Toca ajustar, pero lamentablemente, y después de haber sufrido una estructura impositiva que dependía de si se venden o no casas, España (o, mejor dicho, quienes dictan la política de España, que desde 2010 no son precisamente los elegidos por el Parlamento) ha optado por la vía de ajuste más dañina para la economía.Y mientras, nuestro Agencia Tributaria se codea con las de la Europa del Este para ver quién recauda menos. Pues muy bien.
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