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Guillaume de Seynes. Vicepresidente ejecutivo de Hermès

"El bolso Birkin hace soñar a las chicas de 20 años"

Sexta generación de la familia Hermès, este directivo asegura que el éxito de la firma reside en cultivar unos valores

Es parte de la sexta generación de una empresa que se fundó en 1837. Pero Guillaume de Seynes (París, 1957), vicepresidente ejecutivo de Hermès, no siempre trabajó en el negocio familiar. Durante 15 años salió a conocer otras firmas de moda y lujo. Visitó Madrid la semana pasada para inaugurar en la Fundación Carlos de Amberes el Festival des Métiers, un encuentro de artesanos que mostraron su saber hacer.

¿Cuál es el éxito para que una compañía dure más de seis generaciones y siga siendo familiar?

La clave está en conocer los valores y cultivarlos, respetarlos y hacerlos contemporáneos.

"El presidente de Hermès no es de la familia. Pero no es una regla fija. Hay que ser pragmático según el caso"

¿Ha permanecido un valor concreto durante esas generaciones?

Sin duda. La noción de la calidad del objeto, de buena factura y de integridad. Un producto Hermès representa una calidad y un valor, su coste simboliza lo que hay detrás. Eso es lo que denomino integridad del producto. Importa mucho también la creatividad. Y las seis generaciones han estado obsesionadas por la creación.

¿Existen objetos en el mundo del lujo que no valen lo que cuestan?

Nosotros no tenemos ese estilo del lujo. Nos gusta más hablar de excelencia. El concepto de lujo se ha mal utilizado.

¿Cómo es el cliente de Hermès?

Muy variado. A veces, ciertos productos forman parte de una necesidad íntima para el cliente. Algunos son muy conocidos, como el bolso Birkin, que otras mujeres van a reconocer inmediatamente.

¿Es un cliente de edad elevada y alto poder adquisitivo? ¿De una imagen algo conservadora?

No. Bolsos como el Birkin hacen soñar a las chicas de 20 años y a las mujeres de 60 o de 70. La creatividad es tal, que hay muchas cosas clásicas, pero disponemos de otras muy contemporáneas y que se renuevan constantemente.

¿Cuál es su pieza más vendida?

Los perfumes y el cinturón con la hebilla con una H.

¿Quizá porque son más asequibles?

El cinturón es un símbolo de reconocimiento. Los adolescentes ya piden estos cinturones, aunque ciertamente hay que tener unos padres generosos.

¿Hay ya una séptima generación?

Sí. Ya existe. Pero de momento ninguno trabaja en la empresa.

¿Es más conveniente ceder la dirección de la empresa a profesionales?

Actualmente, el presidente de Hermès no es de la familia. Pero no es una regla fija. Hay que ser pragmático según el caso.

¿Les cuesta encontrar artesanos?

No es difícil, aunque hace falta mucho tiempo de formación y no todos llegan finalmente. Pero es una pena que, en general, no se valoren estos oficios, que son muy bellos. Los que trabajan con nosotros se sienten muy orgullosos de lo que hacen.

¿Por qué cree que en España no surgen multinacionales como Hermès?

Ustedes tienen una casa como Loewe con un gran saber hacer. Otra cosa es conocer por qué la empresa ya no pertenece a la familia. Hermès es una aventura única y particular, que es difícil exportar. Pero en alguna ocasión también ha estado a punto de desaparecer.

¿Para que una firma del lujo sea reconocida tiene que ser francesa o italiana? ¿Tiene que ver con una reputación de país?

Francia tiene una apuesta histórica por las artes decorativas, surgida de la corte del Rey. Especialmente a partir de Luis XIV, París ha tenido esa fama en el mundo. De Hermès se dice que es una casa parisina, más que francesa. Y es que París es un crisol de artistas. Thierry Hermès nació en Alemania, pero la ciudad tiene esa capacidad de hacer parisinos a los creadores extranjeros.

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