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El mal guionista de la banca española

Los programas infantiles, las películas de terror y los culebrones comparten una estructura rígida y predecible mediante la que el espectador, niño, adolescente o adulto, sabe qué va a pasar después. Esta certidumbre, matizada en todo caso con la intriga de cuándo o cómo sucederá ese hecho previsible, es probablemente la base de su éxito. A los niños les hace sentir seguros saber qué canción tienen que cantar y a los adultos, al fin y al cabo, tampoco nos molesta demasiado encontrar, contra el caos de la realidad, un sitio donde el tres va después del dos.

La película de banca española no tiene un gran guionista. Más bien, parece tener uno de película de miedo de serie B. De éstas en las que, desde el primer minuto, el final es inevitable y conocido por todos los espectadores, pero en las que el guionista está obligado a cubrir un determinado minutaje, por lo que los protagonistas niegan la verdad o intentan huir de forma infructuosa antes de que llegue el desenlace. En 2007 empezó la crisis del ladrillo en España y desde entonces el sector ha mareado la perdiz de varias formas, ha aplicado varias "soluciones definitivas", la mayoría de las cuales han resultado estar obsoletas antes de ponerse en práctica.

Volviendo al símil de la película de terror, podríamos estar en el punto en el que la chica y el protagonista han entrado en la casa encantada. O algo así. No es ya que lo digan los expertos: el FMI pidió abiertamente la semana pasada el saneamiento del sector. FT cuenta hoy lo que, por otra parte, los periódicos patrios llevan tiempo contando: que España probablemente necesite ayuda europea para sanear la banca. O eso, o el banco malo. O, añadiría yo, las dos cosas. En todo caso, es dudoso que el mercado vaya a tragar con otro apaño.

¿Por dónde vendrá la solución? Ni idea. Pero, en el fondo, todas pasan por el mismo sitio. Ya lo hemos contado una, dos y tres veces: el banco malo por sí mismo no arregla nada, todo depende del precio. Partimos de la premisa de que el mercado no se cree las valoraciones actuales. Luego si el banco malo se crea con arreglo a estas valoraciones, será el dinero público o los fondos europeos quienes tenga que capitalizar este banco malo o, dicho de un modo más pedestre, "comprar" la morralla. Si las valoraciones son más bajas para despejar cualquier tipo de duda, entonces son los bancos quienes tienen que asumir esta diferencia de precio, y necesitarían más capital. De nuevo, dinero público o fondos europeos.

Si en vez de banco malo tenemos muchos pequeños bancos malos con los activos de cada entidad, o si lo que se hace es recapitalizar las entidades manteniendo éstas los activos en balance, la cosa no cambia tanto: todo es cuestión de precio. Y, en la última ronda de recapitalizaciones, si bien elevó sustancialmente las provisiones sobre el suelo, aplicó cambios menores sobre las viviendas en stock o sobre el crédito al ladrillo, que son precisamente el nudo gordiano. Que el suelo vale cero o casi cero ya lo sabemos todos. Y, en realidad, en las películas de miedo da un poco igual de qué forma muere el protagonista.

Obviamente, hay otra tercera opción. Seguir como hasta ahora. Enredar con posibles inversores privados que luego nunca aparecen, realizar algún tipo de canje de oscuros instrumentos financieros que refuerce la cuenta de capital, o realizar fusiones para crear entidades aún más grandes. Y, claro, anunciar que éste es el saneamiento definitivo.

Es, de hecho, lo que se viene haciendo desde 2007, lo que ha permitido que la banca no asuma el agujero que la burbuja inmobiliaria que creó y que, increíblemente, haya seguido pagando dividendos hasta anteayer. Esta fórmula, también, evita las dos alternativas más dolorosas: una inyección masiva de dinero público que el Tesoro no está en condiciones de financiar con facilidad o un apoyo exterior que no será gratuito. La cuestión es si Bruselas, Fráncfort, Washington o Nueva York  (sede del FMI) admiten esta tercera opción. Yo sospecho que no, que la película está a punto de terminar. Pero ya he perdido la cuenta de las veces que me he equivocado. 

Por cierto, que quienes prestaron dinero a los bancos que luego no son solventes (CAM, etc) pierdan algo de dinero es algo descartado, sea cual sea el Gobierno. 

Música contra la crisis. The Raveonettes, Great Love Sound.

Por cierto, que Dinamarca, de donde son estos chicos, sí aplicó quitas sobre los inversores en bancos insolventes.

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