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Columna
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Kellogg salva la venta de Pringles

Un buen eslogan para definir la venta de Pringles al gigante de los cereales Kellogg por parte de Procter & Gamble (P&G) sería: "La mitad de ingenio para el mínimo riesgo". Deshaciéndose del negocio de las patatas fritas por 2.700 millones en efectivo, P&G intercambia una compleja estructura que pone a las habilidades financieras de los gigantes del consumo en un duro examen.

Lo que puede ser una pérdida para P&G parece una victoria para Kellogg. Mientras que el grupo de cereales ha ofrecido un 15% más en efectivo de lo que Diamond Foods había acordado pagar en nuevas acciones, el ahorro en los costes derivados de la operación justifica la prima. En pocas palabras, es un desenlace razonable, entre otras cosas porque P&G aprende una valiosa lección que el resto de la América empresarial debería ver.

El acuerdo hace más fácil comprender por qué P&G fue tentado con una transacción mucho más compleja con Diamond el año pasado. Después de impuestos, P&G obtendrá en limpio unos 1.400 millones de la venta de Pringles. Aceptar la oferta inferior de 2.350 millones de Diamond habría evitado la entrega de una buena porción del botín a los accionistas en forma de plusvalías. Con el acuerdo con Kellogg, P&G cree que estos obtendrán 50 céntimos por acción.

Pero como en la vida, en los negocios no todo sale como está previsto en un principio. La estructura llamada reverse Morris trust, utilizada en estas transacciones para ahorrar en costes fiscales, requería a los accionistas de P&G decantarse por recibir las acciones de Diamond. Y como ha sido desvelado por Breakingviews, las finanzas de esta resultaron ser una locura, al revelar unas irregularidades contables de 80 millones de dólares. La compañía ha sustituido a sus directores ejecutivo y financiero.

Esto sugiere que P&G, sus contables y asesores fallaron o, simplemente, prefirieron ignorar algunas señales de peligro. Algo de lo que aprender.

Por Rob Cox

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