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Columna
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Grecia puede tener más tiempo

Otra pieza en el puzle griego: el Banco Central Europeo (BCE) habría accedido a no exigir el reembolso de sus bonos griegos a su valor nominal. Tiene sentido.

Si la información del Wall Street Journal es acertada, el BCE ha elegido la opción menos mala. Su compra de bonos griegos, por valor de entre 40.000 y 50.000 millones de euros, podría haberse convertido en un punto de fricción en las negociaciones sobre el segundo plan de rescate del país. De acuerdo con el Journal, el BCE los intercambiará, por debajo de su valor nominal, por bonos emitidos por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. La medida podría ahorrar a Grecia hasta 11.000 millones.

Hay quien argumentará que una entrega de beneficios supone incurrir en financiación monetaria, algo que el BCE no está autorizado a hacer. Pero en la práctica, la medida podría hacer frente a tres problemas.

Primero, calmaría la indignación de los tenedores de bonos que el BCE situó para beneficiarse de su deuda griega. En segundo lugar, reduciría la deuda del país en torno a un 5% de su PIB. En realidad, no es lo suficientemente importante, pero podría ayudar a los políticos de la eurozona a entender que la deuda griega es sostenible, y a que el dinero de sus contribuyentes puede prestarse de forma responsable. Finalmente, ejercería más presión sobre los políticos griegos, cuyas disputas y resistencias son el último obstáculo para que el rescate salga adelante, evitando una quiebra desordenada.

El segundo rescate está lejos de resolver la crisis griega. Ello requerirá muchos más sacrificios dolorosos que la renuncia del BCE a sus beneficios: pérdidas para los Gobiernos acreedores y la extensión de más créditos oficiales para evitar el caos financiero. Pero si los políticos griegos acuerdan los términos del rescate actual, el dolor podrá retrasarse un poco más.

Por Neil Unmack.

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