La campaña de Woodford para sustituir al actual consejo de la emblemática empresa de cámaras fotográficas y endoscopios Olympus, se ha encontrado con la oposición de los accionistas institucionales japoneses. El que fuera, aún solo por dos semanas, CEO de la compañía ha lamentado por carta que no haya habido ni un atisbo de autocrítica por parte de los grandes accionistas en relación al escándalo de fraude contable destapado por él mismo y que precipitó su despido de la empresa.
La actividad ha sido frenética desde que Woodford destapó el escándalo y anunció el 1 de noviembre su decisión de cortar todo vínculo laboral con la empresa para tratar de presentar una propuesta de cúpula directiva, presidida por él mismo, que pueda hacer renacer de sus cenizas a la empresa.
Su idea era dejar en manos de los accionistas la decisión de si vuelve o no a la empresa, para la que ha trabajado durante 30 años, y evitar así que la antigua junta directiva vuelva a tomar el control. Pero los accionistas más significativos, mayoritariamente japoneses, le han dado la espalda.
Las normas que rigen las corporaciones niponas dan a los accionistas la posibilidad de cambiar a los miembros de sus juntas directivas mediante una votación, sea en junta general de accionistas o en un consejo extraordinario. Sin embargo tradicionalmente los accionistas japoneses prefieren permanecer en segundo plano y evitar batallas públicas.
Woodford critica en su carta el sistema accionarial japones, que veta las acusaciones públicas entre miembros del mismo accionariado y rechaza que el conflicto este basado en una cuestión cultural o incluso patriótica ("japoneses contra no japoneses"). Un país en que es excepción ver a un extranjero al frente de una empresa. Actualmente, solo hay tres ejemplos de directivos extranjeros.
La decisión de Woodford deja sin lider visible la candidatura de varios accionistas extranjeros que aspiran también a un cambio en la junta directiva y que afrontarán un cita decisiva en la próxima junta de accionistas de marzo.