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Tribuna
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La industria, opción de futuro

La actual coyuntura económica tiene a España en una situación límite cuyas consecuencias aún no somos capaces de valorar; de forma unánime, el conjunto de la sociedad coincide en diagnosticar la situación como extrema, casi cinco millones de parados no dejan opción.

Ya no coincidimos tanto en las causas y ni siquiera los expertos, asumida su incapacidad para valorar el futuro, se centran en un profundo debate sobre los motivos de esta crisis. Son pocos los análisis comunes pero alguno hay, y así tenemos la conciencia de que esta crisis es global pero que ha habido determinadas circunstancias nacionales que la han intensificado: el tardío diagnóstico gubernamental y las consecuencias del boom del ladrillo español.

Ante esto último, también es común el diagnóstico de salida: hay que cambiar el modelo productivo y basarnos en la innovación, la internacionalización y la competitividad de nuestras empresas. Esa es la puerta de salida… Pues bien, si algún sector económico recoge todas las características del deseado cambio de modelo productivo, ese es la industria. Un sector que supone alrededor del 13% del PIB, que da empleo a más de 3 millones de personas, que representa el 83% de nuestras exportaciones, que genera el 47,5% de las actividades innovadoras, donde el 78% de sus trabajadores tiene contrato indefinido y se realiza la mayor inversión en formación y en la mejora del medio ambiente del conjunto de nuestra economía.

Podría seguir aportando datos pero no creo que sea necesario, no obstante, quiero resaltar su efecto dinamizador de la economía. Tal como destaca el último plan de competitividad elaborado por el Consejo de Industria de CEOE, por cada euro producido por el sector industrial, este sector realiza compras directas al conjunto del tejido productivo por valor de 74 céntimos y por cada euro en que se incrementa la demanda final se genera un incremento de 3,01 euros en la producción total de la economía.

Datos que nos llevan a conclusiones evidentes pero que no sirven para que, por el conjunto de la sociedad y por nuestros responsables políticos, se realice un reconocimiento y un impuso modernizador coordinado y efectivo de nuestro sector. Y en este esfuerzo perdemos tiempo y futuro desde hace muchos años.

La responsabilidad de esta circunstancia corresponde en una buena parte al sector industrial español, segmentado en muchos subsectores industriales que mandan a la sociedad y a la Administración mensajes de interés propio pero no una posición común industrial; lo que conlleva una falta de visibilidad social importante y, con ello, aunque de forma irresponsable desde mi punto de vista, una insuficiente valoración política.

Diagnóstico que viene a reforzarse por las reciente noticias, esperemos que infundadas, de que en el futuro Gobierno del señor Rajoy no aparecerá un Ministerio de Industria, sino que será absorbido por un macro-Ministerio de Economía. Razonado en la necesidad de mandar un mensaje de austeridad, que personalmente creo importante, basado en la supresión de varios ministerios. Lo que no se calibra es el contramensaje: "La industria no tiene la suficiente importancia".

Nunca he entendido eso de que "la mejor política industrial es la que no existe", dejar de coordinar a las comunidades autónomas en materia industrial, quedarnos sin interlocución a nivel ministerial en Bruselas o dejar sin interlocutor a empresas y sectores competitivos, internacionalizados e innovadores. No creo que sea mejor que procurar el impulso de un sector, como es el sector industrial, que puede y debe ser un pilar básico en la salida de la crisis. Lo cierto es que los países o regiones con una política industrial sólida y transversal están soportando la crisis mucho mejor que los que no la tenemos.

Sería importante desterrar de la conciencia social y política aquello de que "China es la fábrica del mundo", entre otras cosas porque los productos manufacturados son los que crean empleo y riqueza en los países.

En todo caso, si lo que se quiere es fusionar ministerios para mandar un mensaje de austeridad, cuestión que comparto plenamente, lo que debería plantearse es la unión del Ministerio de Industria con el de Medio Ambiente, ya que la actividad legislativa de este último ministerio afecta en más de un 75% al sector industrial. Al menos eso supondría poner cierto sentido a la sobrerregulación administrativa y descoordinación que sufrimos las empresas españolas.

La crisis tiene poca cosas buenas, pero una de ellas es la necesidad de reflexionar sobre qué modelo económico nos conviene para el futuro. Insistir en seguir siendo exclusivamente un país de servicios o entender que sin las exportaciones de nuestra industria y su inversión constante en innovación y competitividad es un error que no nos permitirá ser un país sólido desde un punto de vista económico.

Esto lo decimos la inmensa mayoría, ahora tenemos que creérnoslo y sobre todo demostrarlo, tanto desde un punto de vista social como político.

José Miguel Guerrero Sedano. Presidente del Consejo de Industria de CEOE

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