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La operadora contempla prorrogar la emisión con una mejora del pago

Las preferentes de Telefónica tienen un premio oculto

Si tiene usted participaciones preferentes de Telefónica en cartera y no tiene necesidad de recuperar lo invertido, está de enhorabuena. La operadora no descarta prorrogar la emisión, pero pagando más rentabilidad.

Vista de la sede de Telefónica en la Gran Vía de Madrid
Vista de la sede de Telefónica en la Gran Vía de MadridPablo Monge

La emisión de participaciones preferentes de Telefónica ha enlazado una crisis con otra. Vieron la luz a finales de 2002, en plena resaca del estallido de la burbuja tecnológica y cuando los mercados no estaban precisamente receptivos a la deuda de las empresas de este sector. Y su muerte natural tendría que producirse el año que viene, cuando ni los más optimistas auguran que haya escampado el huracán que azota Europa.

Pero esta vez la tormenta es de tal magnitud que puede provocar la supervivencia de las preferentes de Telefónica. Y así lo ha reconocido la operadora durante la presentación de sus resultados trimestrales. Se enfrenta a vencimientos de 7.100 millones el año que viene y, si la situación no mejora, no descarta ahorrarse los 2.000 millones que corresponden a la emisión de estas participaciones y dejarlo para más tarde.

Esta decisión, sin embargo, no sale gratis. Para Telefónica tiene un coste añadido, pero, como toda cruz tiene su cara, eso implica inmediatamente un premio para el dueño de las preferentes. Así consta en el folleto de la emisión registrado en la CNMV, donde la operadora se compromete a pagar una rentabilidad igual al euríbor a tres meses como dividendo de sus preferentes, con un mínimo del 4,25% TAE y un máximo del 7% durante los diez primeros años. Tal y como ha evolucionado el índice de referencia, Telefónica ha estado pagando el mínimo posible (4,25%) durante la mayor parte de la vida de sus preferentes, salvo en los momentos en que el euríbor se disparó al principio de la crisis actual, lo que obligó a aumentar los pagos desde mediados de 2007 a principios de 2009.

Pero a partir de los diez años hay un cambio. Tras describir los pagos normales, el folleto indica que a partir del décimo ejercicio hay una penalización: Telefónica tendrá que pagar a los inversores un diferencial del 4% sobre el euríbor a tres meses si decide mantener viva la emisión.

En condiciones normales, esta cláusula funciona como un cortafuegos. Cualquiera que comprara las preferentes de Telefónica allá por 2002 dio por hecho que a la operadora nunca le compensaría prorrogar la emisión y que rescataría las preferentes al décimo año.

La realidad es que la peor crisis que se recuerda (según la canciller alemana Angela Merkel, desde la Segunda Guerra Mundial) ha venido a cambiar esta percepción. A Telefónica le saldrá más caro mantener sus preferentes en el mercado, pero el precio ya no es disuasorio. En la última colocación de bonos que vendió en el mercado (con vencimiento en febrero de 2016) tuvo que pagar una rentabilidad cercana al 5%, aunque el coste medio de su deuda es bastante más bajo, del 4,21%. Con una penalización del 4% sobre el euríbor a tres meses, si prorroga la emisión tendría que pagar un dividendo a las preferentes del 5,47%, según los precios actuales.

Esta cifra es, sin duda, un sobrecoste para la operadora, pero fuentes de la compañía lo consideran asumible, sobre todo porque se produciría en un contexto muy específico: si el mercado sigue cerrado. La idea de Telefónica sería amortizar la emisión si las condiciones mejoran y prorrogarla solo si la situación de crisis financiera se mantiene en el tiempo, así que el coste extra no sería demasiado en esas circunstancias.

Eso sí, se puede poner un pero a los planes de Telefónica. Aunque en el contrato de las preferentes nada se dice sobre una recompra en un momento determinado, el mensaje implícito de la penalización a los diez años marcaba un vencimiento natural, claro y evidente, de la colocación. Sin embargo, las participaciones preferentes tienen esa peculiaridad, que son perpetuas, y ese es el riesgo que los inversores asumen en este tipo de instrumentos. Además, esta emisión cotiza en el mercado AIAF de renta fija privada y, según las cotizaciones que se reflejan (no siempre fiables, todo hay que decirlo) no han perdido valor desde su lanzamiento, lo que significa que se pueden vender sin perder dinero en caso de necesidad de efectivo.

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