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Transporte

El movimiento sostenible

La movilidad urbana es la pesadilla de los ediles en todo el mundo. El modelo de transporte desarrollado en las ciudades es caro, depende del finito petróleo, contamina y provoca atascos. Solo en Europa, la circulación urbana causa el 40% del CO2 emitido y el 70% de otros contaminantes. La Unión Europea pierde el 1% de su PIB por los atascos, y su situación no es peor que la del resto de las regiones. El crecimiento de las urbes es imparable. Las dos terceras partes de la población mundial vivirán en las ciudades en 2050 y deberán desplazarse en transporte público para garantizar la supervivencia del planeta.

El problema del coche no se limita a las viejas urbes formadas a lo largo de los siglos. José Laffond Yges, director de economía y transportes de Grupo TYPSA, acaba de llegar de la joven Abu Dabi, la capital del petróleo. "El 95% de sus habitantes se mueven en coche. Están llegando al colapso, y nos han pedido el desarrollo de un plan de movilidad". Ni siquiera los habitantes de la ciudad más rica y moderna del mundo podrán moverse a capricho. "En 2030 tendrá tres millones de habitantes, triplicando su actual población, y no podrán satisfacer sus necesidades de movilidad sin transporte público", explica Laffond.

La solución es una red mallada de tren ligero eléctrico, metro y autobuses con más de 400 kilómetros. En ella se podría integrar el Bus Rapid Transit (BRT), una especie de sistema de metro de superficie sin rieles ni catenarias que fue instalado de forma pionera en Curitiba (Brasil) y exportado a ciudades de todo el mundo con gran éxito. Treinta años después, la otrora modélica Curitiba se plantea construir una red de metro para solucionar problemas de movilidad. Ningún sistema de transporte aguanta.

El mundo soporta más de 1.000 millones de coches. En sólo 10 años su número se habrá duplicado y el colapso será absoluto

Movilidad por ocio

No hay soluciones tajantes porque los problemas son cambiantes. "Ahora nos movemos más por ocio que por trabajo. Vivimos más, y los ancianos tienen una movilidad distinta", asegura María Eugenia López Lambas, profesora titular de Caminos, Canales y Puertos. Hemos importado a Europa el modelo de ciudad dispersa estadounidense, que tiene una movilidad muy cara e insostenible. "Hay que impedir desarrollos urbanísticos que no contemplen las redes de transporte público, o incluirlas en el coste del propio desarrollo", añade. Un ejemplo, el metro ligero de los Docklands, en Londres, ha sido financiado parcialmente por los promotores de este nuevo barrio.

Las ciudades españolas empeoran la media de los niveles europeos de contaminación ambiental, llegando a alcanzar cotas insalubres. Sus consumos energéticos de transporte también superan la media. "El transporte sigue siendo el mayor contaminante de España. En todas las ciudades hay atascos porque se utiliza el coche de forma intensiva. Es irracional que una sola persona utilice un coche que pesa hasta 2.000 kilos y ocupa un espacio de diez metros cuadrados", dice Juan Antonio Alonso, director de ahorro y eficiencia energética del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). "Es imprescindible concienciar al ciudadano para que camine, coja la bicicleta o tome el transporte colectivo", puntualiza López Lambas.

España no cumplirá el compromiso europeo de ahorrar el 9% de la energía final en 2016 y el 20% de la energía primaria en 2020 sin dar la vuelta a su movilidad. "Trabajamos para reducir el consumo de energía ligada a la contaminación. Para eso no basta con cerrar los centros históricos y obligar a la gente a tomar el transporte público. Hay que valorar el grado de restricción porque hay muchos intereses comerciales y económicos en juego, y evaluar el número de personas que puede absorber el transporte colectivo para convertirse en una alternativa confortable. Cambiar los combustibles fósiles por otros menos contaminantes", añade Alonso.

La lucha de las urbes para mejorar su movilidad parece no tener fin. También la de Madrid, aunque un estudio de IBM la sitúa como la séptima ciudad del mundo con mejor servicio de transporte. Madrid ha tejido una compleja malla de metro, metro ligero, autobús, cercanías y tranvías que cubre la comunidad, tiene intercambiadores intermodales y un centro integral de gestión del transporte público. Para optimizar tan tupido entramado, el Consorcio Regional de Transportes de Madrid "está implantando un sistema de tarjetas inteligentes NFC de acceso a todos los transportes y que nos darán información en tiempo real sobre la combinación más óptima. La tarjeta también se utilizará en los aparcamientos. El sistema se llevará al móvil", cuenta Carlos Cristóbal-Pinto, director de calidad, procesos y relaciones externas del Consorcio Regional de Transportes de Madrid.

La ciudad tiene, además, zonas restringidas al tráfico, y su impopular sistema de parquímetros ha mejorado el tráfico. Hoy, tres de cada cuatro viajes realizados en Madrid se hacen andando, en bicicleta o en transporte público, con una distribución similar a regiones modélicas como Londres o Estocolmo. No es suficiente. "Nuestra gran asignatura pendiente es tener aparcamientos disuasorios más cerca del origen que del destino y en las entradas de la ciudad, doblando las plazas de aparcamiento. Y por encima de todo debemos tener un plan integrador de movilidad para toda la comunidad", concluye Cristóbal-Pinto.

La hora de la planificación

La movilidad urbana sostenible solo es posible con "una planificación estratégica a medida de cada ciudad. La inversión masiva en infraestructuras ha terminado. Es la hora de gestionar lo que tenemos con soluciones y medidas más inteligentes y menos costosas", asegura Pedro Puig-Pey, director del área de transporte de Deloitte. Los planes de movilidad estarán en el corazón de las smart cities. "Las ciudades se abrirán a los peatones y a los ciclistas, habrá plataformas de transporte colectivo en las calzadas y se extenderán los peajes urbanos para coches privados. Se limitará el acceso en coche a los barrios históricos. Se hará un esfuerzo en tecnología para coordinar el tráfico, y cada ciudadano tendrá información personalizada sobre cada desplazamiento", añade.

El control del tráfico inteligente será primordial. Para conseguirlo, las ciudades "deberán estar llenas de sensores. Estarán en aparcamientos, farolas, semáforos o en el asfalto para recoger y enviar información. Un potente software los tratará para organizar el tráfico, los flujos y los sitios de aparcamiento", cuenta Javier Gil, director de Smarter Cities de IBM SPGI. Londres, Bucheron, Dublín, Singapur y Estocolmo tienen estos sistemas, que también se encargan del cobro de peajes sin que el vehículo se detenga.

Las ciudades españolas están adoptando cientos de soluciones con desigual fortuna. La orografía, el clima y los hábitos determinan su aceptación. Fórmulas de coche compartido car-sharign o sistemas públicos de alquiler de bicicletas. Aplicaciones para el móvil como el de Transportes Metropolitanos de Barcelona. Distintos caminos que acercan a la implantación de los planes de movilidad, que la Ley de Economía Sostenible ligará a la concesión de ayudas al transporte público en municipios con más de 50.0000 habitantes a partir de 2012.

San Sebastián, Vitoria, Burgos y Barcelona tienen fama de ser las ciudades más avanzadas. Ellas, junto con 21 ciudades españolas, pertenecen a Red Civitas de Europa. "La Red Civitas europea está formada por 220 ciudades con planes de movilidad coordinados para reducir la contaminación, promover el transporte colectivo, hacer ciudades accesibles y coordinar la logística", indica José María Díez, coordinador de Red Civitas España y Portugal.

Cada país da un nombre a estos planes, el español es Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS). Cada ciudad implanta y desarrolla soluciones a medida. Una de las subvencionadas es el vehículo eléctrico inteligente sin conductor que funciona en el aeropuerto de Heathrow.

La ola a favor de la peatonalización, la reducción de la velocidad en las ciudades, el coche verde y la bicicleta cubre toda Europa. Pueblos como Arenas de San Pedro o San Pedro del Pinatar tienen su plan de movilidad. La mitad de los habitantes de varias ciudades alemanas se mueven en bicicleta. Milán, Bolonia, Londres y Estocolmo cobran peaje por reconocimiento de matrícula para entrar en el centro. Los bolardos son las llaves escogidas por otras urbes para cerrar sus centros históricos. Los estadounidenses miran a Europa para cambiar su cultura del vehículo privado...

Sin embargo, la planetaria cifra de 1.000 millones de coches se habrá doblado en 2020. La mayor parte de este crecimiento irá a terceros países, que ya barajan planes de movilidad sostenible para evitar los colapsos europeos de tráfico.

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