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Columna
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Dinero contante y sonante

Ninguna materia prima es más valiosa que el dinero cuando hay pánico en los mercados. Los precios de metales y minerales, desde el aluminio al zinc, han caído, a pesar de que es probable que la demanda mundial emergente permanezca fuerte. Pero un temor mayor a la caída en picado de las materias primas es que los inversores europeos tengan que deshacer apuestas apalancadas, provocando que otros lo intenten y salgan primero.

Los precios del oro muestran cómo los inversores se han dejado llevar. Los que estaban preocupados por un crecimiento económico rápido y la inflación compraron oro para proteger sus ahorros. Los que estaban preocupados por la recesión y la agitación social, también. Los bajos tipos de interés animaron a ambos a comprar con dólares prestados, apostando que el valor de la divisa estadounidense caería y el oro subiría más rápido que el coste de los préstamos. El oro marcó un récord de 1.899 dólares la onza a principios de septiembre. Otros activos tangibles y divisas se beneficiaron de la misma lógica. Entre febrero de 2009 y mayo de este año, el índice Reuters-Jefferies CRB de precios de commodities ascendía un 85% a medida que el dólar caía un 16% en el índice New York Board of Trade.

Ahora el precio de las materias primas está cayendo incluso pensando que la perspectiva de demanda a largo plazo de los países desarrollados permanecerá fuerte y la perspectiva a corto plazo para la economía de EE UU permanecerá débil. La razón parece ser que los europeos que han apostado fuerte por ambas tendencias tienen problemas profundos. Los temores a que la crisis de crédito de la zona euro les obligará a liquidar activos globales ha provocado que otros inversores recojan beneficios mientras puedan. Otros están liquidando por adelantado.

Algunos pueden argumentar que si las materias primas bajan los consumidores pueden comprar más. Pero la volatilidad es otra cosa. Si los precios oscilan, las compañías pueden aplazar sus inversiones, lo que podría volver a perjudicar la demanda. Hasta que los inversores globales amasen suficientes reservas de efectivo y el pánico vendedor termine, puede ser mejor mantenerse lejos de los activos tangibles.

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