Salarios acordes con la realidad
El claro anuncio realizado ayer por CEOE respecto a la política salarial que la patronal quiere aplicar en 2012 ha desatado un inmediato y nada sorprendente rechazo entre los sindicatos. Los empresarios han advertido a los representantes de los trabajadores que si quieren aspirar a subidas salariales en 2013 y 2014 -esto es, si quieren extender el vigente acuerdo de moderación salarial durante dos años más- deberán asumir un replanteamiento de lo pactado para 2012. Pese a que el secretario general de CEOE, José María Lacasa, ha utilizado exactamente ese término -"replantear"- todo apunta a que lo que persigue la patronal no es otra cosa que una congelación salarial para el año que viene. Una postura que, más allá del encendido rifirrafe propio de toda negociación salarial, convendría examinar con unas buenas dosis tanto de serenidad como de desapasionamiento.
El pacto que los empresarios quieren ahora desactivar fue acordado para el periodo 2010-2012 e incluía subidas salariales de hasta el 1% en el primer ejercicio; entre el 1% y el 2% en 2011, y entre el 1,5% y el 2,5% para el próximo año. El acuerdo englobaba también una cláusula de revisión salarial ligada a la evolución de la inflación durante ese periodo, extremo que la patronal también ha puesto totalmente en cuestión como condición necesaria para sentarse a hablar de la prolongación del acuerdo de moderación hasta 2014.
Como no puede ser de otra forma, la explicación que CEOE ha dado a su cambio de postura es el empeoramiento que ha experimentado el escenario económico, derivado del agravamiento de la crisis de Grecia y del oscuro horizonte que dibuja la caída de las previsiones macroeconómicas y la amenaza de una segunda recesión. A ese argumentario económico, cuya entidad es imposible a estas alturas minusvalorar, se debe sumar la sangrante evidencia que proporciona el flujo de destrucción de empleo que ha azotado el mercado laboral español desde el inicio de la crisis. La anacrónica rigidez del mecanismo de determinación de salarios en España, denunciada más de una vez no solo por empresarios o instituciones españolas, sino por organismos internacionales como la propia Comisión Europea o el Banco Central Europeo (BCE), no dejan duda sobre cuál es el camino a seguir en esta materia. Con los datos de la evolución del empleo en la mano, los sindicatos harían bien en preguntarse qué postura sirve más fielmente a los intereses que defienden: si una inflexibilidad en materia salarial que aboca a las empresas a seguir reduciendo costes por vía de cantidad (despidos) en lugar de hacerlo por vía de precios (salarios) o la decisión de poner sobre la mesa una política salarial acorde con la dura realidad.