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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más mercados para las exportaciones

La radiografía de las exportaciones españolas durante los primeros seis meses de este año constituye un elocuente argumento en favor de la eficacia del mercado a la hora de corregir riesgos y desequilibrios comerciales respecto al esfuerzo redireccionador de la Administración. Los múltiples planes puestos en marcha por parte de la Secretaría de Estado de Comercio Exterior para tratar de diversificar el destino de las ventas al exterior de las empresas españolas -y evitar así su excesiva concentración en la zona euro- se han saldado con escasos, por no decir nulos, resultados. Pese a esos esfuerzos públicos, a lo largo de los últimos cinco ejercicios uno de cada dos euros exportados ha ido destinado férrea e invariablemente a la zona euro. Si en 2006 las ventas al mercado europeo suponían el 56,4% del total, en 2010 el porcentaje apenas se había reducido hasta un 56,1%.

La crisis ha sido el factor clave a la hora de alterar ese inamovible mapa de ventas al exterior. En tan solo un año, el porcentaje de exportaciones a la zona euro ha caído tres puntos y se ha colocado en mínimos de la serie histórica. La explicación no reside en un retroceso de las operaciones españolas en territorio europeo, sino en un menor crecimiento de estas respecto a las orientadas a terceros países. La cuota de los cuatro mayores compradores de bienes y servicios españoles -Francia, Alemania, Italia y Portugal- se ha reducido frente a la de los países emergentes, en concreto los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), EE UU y un grupo de naciones tanto de la UE -es el caso de Polonia- como del sudeste asiático. El vigoroso crecimiento de las operaciones en estos destinos durante el primer semestre del año -un 36% más en Rusia; un 33% en Brasil y un 30% en el caso de EE UU, entre otros- resulta la mejor prueba del acierto estratégico que supone diversificar los intereses más allá de las fronteras europeas.

Las escasas perspectivas que ofrece la evolución económica de la eurozona hacen no solo conveniente, sino también obligado y urgente, llevar a cabo un serio replanteamiento del rumbo comercial por parte de aquellas empresas españolas que todavía tienen su punto de mira puesto en los mercados comunitarios. El fantasma de una segunda recesión, cuyos efectos en una eurozona sumida en una gravísima crisis de deuda soberana son todavía de una magnitud impredecible, no dejan lugar a dudas sobre cuáles deben ser los destinos de referencia para la exportación de bienes y servicios españoles. Si bien la amenaza de una nueva tempestad global es un peligro para todas las economías, también las emergentes, en la coyuntura actual resulta evidente que estas gozan de un músculo económico que sería imperdonable desaprovechar.

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