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El efecto 2000 de Standard & Poor's

El efecto 2000, como bien recordarán muchos lectores, era el presunto Apocalipsis informático provocado al cambiar las máquinas el año en curso de "99" a "00" (las que trabajaban con dos cifras en lugar de cuatro). El posible bloqueo de los sistemas podría provocar fallos en cadena en sistemas informáticos e infraestructuras a lo largo del mundo, lo que provocó una ingente inversión en tecnología para adaptar software y establecer mecanismos de respuesta.

Al final, los problemas informáticos fueron de corte marginal y no afectaron sensiblemente a la vida de los países acomodados (buena parte de la humanidad tenía, y sigue teniendo, otras priodidades, como comer cada día). Sin embargo, el efecto no fue neutro. Ante la posibilidad de colapso en los sistemas informáticos del mundo financiero, la Reserva Federal aumentó artificialmente el dinero en circulación en los meses previos a la temida fecha, y esta liquidez infló aún más la (ya muy inflada) burbuja tecnológica, que estalló en marzo. Justo cuando la Fed empezaba a retirar el exceso de liquidez.

El efecto 2000 existió, pero no como se esperaba. Yves Smith explicaba esta semana que la rebaja de rating de S&P tendrá impacto pero, como pasó con el efecto 2000, no el esperado. Fue uno más de los estímulos monetarios impulsados por Alan Greenspan desde 1997 para parchear sucesivas crisis (a cual mayor), hasta llegar donde estamos ahora.

El recorte de rating de S&P no es tan importante per se, como ya hemos comentado por aquí. Pero sus efectos son perversos por dos vías. Primero, al elevar la inestabilidad financiera no en los activos degradados (que de hecho han subido de precios) sino en el resto del mundo financiero a través del complejo mecanismo de transmisión detallado en la ilustración al pie de esta entrada. El desplome de las Bolsas en este agosto va a deteriorar el crédito incluso aunque no haya un crac sistémico en ninguna parte del mundo.

En segundo lugar, la rebaja de rating puede forzar un exceso de austeridad, es decir, una restrucción fiscal que deprima la economía. Lo comentaba Credit Suisse en su informe al respecto (son las primeras líneas de dicho informe, no se piensen que andamos rebuscando frases): "El recorte es una noticia marginalmente mala, pero sería un problema mucho mayor si lleva a los políticos a poner en marcha todas las medidas de ajuste fiscal previstas, equivalentes al 2,5% del PIB en 2012. Así el crecimiento podría recaer hasta el 1%-1,5% en 2012".

Europa puede presumir de ello. La moda de la austeridad ya está arrasando la economía griega y poco a poco irá extendiendo la deflación por la zona euro. El BCE solo ha actuado forzado por las circunstancias y forzando, a su vez, a Italia a implantar más tijeras. En Alemania se sigue insistiendo en que todo se soluciona con ajustes, reformas y restricciones, con un tono muy dogmático y poco pragmático. Luego, cuando la economía termine de congelarse, será un problema de crecimiento...

En fin, que las perspectivas no son precisamente alegres pero, mientras el mundo termina de hundirse habrá que disfrutarlo. Lealtad, 1 se despide de sus lectores hasta finales de mes, si es que para entonces siguen existiendo los mercados y el dinero. Feliz resto de agosto.

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