Consumo y resultados nublan el horizonte
El mes de julio es siempre prolijo en la aparición de datos económicos que permiten interpretar el desempeño económico del primer semestre.Hoy se conocerá el comportamiento del empleo en los últimos meses con la Encuesta de Población Activa y seguramente en la próxima semana se dispondrá de una primera aproximación del crecimiento de PIB de la mano del cualificado servicio de estudios del Banco de España. Pero la información aportada por los indicadores parciales conocidos hasta ahora revela que la economía española no está, ni mucho menos, consolidando la recuperación. Sigue muy estancada, únicamente auxiliada por la demanda externa y el turismo. Y, lo que es peor, empieza a ser demasiado largo el periodo de crisis, iniciado en 2008, que está teniendo efectos muy preocupantes para el empleo, para los resultados de las compañías y para las cuentas del Estado.
La aportaciónmás relevante de cuantas se pusieron ayer sobre lamesa fue la evolución de la actividad comercialminorista, con un descenso de más del 7% en tasa interanual en junio, y de más del 5% tomando el primer semestre del ejercicio. Con junio, las ventas del comercio acumulan doce meses de descensos crecientes, y de unas proporciones desconocidas desde 2009. El fuerte recorte de la renta disponible aprobado por el Gobierno en mayo del año pasado, que además generó una contracción adicional en las decisiones de gasto e inversión por las expectativas negativas, está detrás de este fortísimo recorte del consumo privado, que sigue siendo el núcleo central de la demanda interna y a su vez del PIB. El recorte de la inversión pública, la reducción del sueldo de los más de tres millones de funcionarios, la congelación anunciada de las pensiones y el aumento del IVA y de los impuestos especiales han cercenado claramente el consumo.
Y los efectos desencadenados han llegado al empleo, a la recaudación de determinados impuestos, aliviados por la subida de los tipos, y a la actividad de las empresas españolas, que a su vez han derivado la caída de la demanda en ajustes en ajustes de plantilla. Valga como muestra echar un simple vistazo a las cuentas de resultados de las grandes sociedades cotizadas. Solo Telefónica y los dos grandes bancos del país, Santander y BBVA, han tenido un descenso de sus números negros en España del 22%, nadamenos que 1.000 millones menos de beneficio del que registraron en España durante el primer semestre del 2010.
En paralelo, Hacienda sigue reduciendo a buen ritmo el déficit fiscal. Aunque desciende la recaudación por el Impuesto de Sociedades, como no puede ser de otra forma si los resultados de las empresas se avienen a la caída de la demanda interna, registra un incremento de la imposición indirecta por la fuerte subida de los tipos en los últimosmeses, así como por el repunte del IRPF, sin despreciar que buena parte de los nuevos ingresos estén impulsados por el mejor aliado de los recaudadores, cual es la inflación. En el caso de la Seguridad Social, no obstante, se observa un descenso de las cotizaciones de empresas y trabajadores superior al 1%, porque superior al 1% es también la pérdida acumulada de cotizantes.
Aunque los datos son únicamente del primer semestre, tanto los de consumo como los de las empresas dan pistas reconocibles de cuál es el estado real de la economía. Ello tiene un reflejo directo en las variables financieras que marcan los mercados, que se han traducido en un súbito encarecimiento de los costes de financiación. Nos encontramos, pues, en un punto crítico, en el que los mercados financieros hacen una lectura muy pesimista de los números, a los que añaden una dosis nada despreciable de especulación, que debe ser combatida lo antes posible para bajar un coste de financiación que no será sostenible mucho tiempo. Además de los escudos fijados para combatir la embestida de los mercados, las autoridades económicas nacionales, todas ellas, deben tomar decisiones valientes, aunque, como las de mayo de 2010, desagraden a los administrados. Reducir el déficit y reformar los mercados en profundidad son tareas inexcusables para las formaciones políticas, especialmente el PSOE y el PP, que tienen ante sí la responsabilidad de transmitir mensajes y poner en marcha medidas que despejen las incertidumbres.