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Tribuna
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Deporte profesional, un mercado ineficiente

Hemos tenido ocasión de ver en estos días diversos estudios sobre la deuda del deporte profesional de los que podríamos decir que han hecho saltar las alarmas de la sociedad sobre el tema. Podríamos, eso sí, indagar más para saber si se trata de deuda efectiva, estimada, exigible o proyectada. Sin embargo, renuncio a este debate.

Por tanto, sin negar que tenemos un problema, puede decirse que el análisis no puede hacerse por las consecuencias, de forma que si hay deudas es la gestión de los empresarios la culpable de la situación. Este análisis, además de no ser real es, sin duda, simplista. Otros muchos agentes del mercado tienen, cuando menos, complicidad en la situación. Puede ponerse el acento en los empresarios pero sin ignorar la connivencia del resto del sistema.

Las causas son más complejas. En primer término, el deporte profesional refleja ahora la intensidad de una crisis económica que reduce la inversión privada en deporte, como en general en actividades de imagen y publicidad. En segundo término, el deporte profesional, hoy, refleja la inhibición y la ausencia de verdaderos controles de gestión. En tercero, refleja las consecuencias de un mercado profundamente ineficiente.

Los poderes públicos no han sabido dotar al deporte profesional de un marco propio que resalte sus características diferenciales de una forma verdadera. El mercado del deporte es un mercado fuertemente intervenido. Desde la propia declaración de interés general de la Ley del Deporte a las obligaciones informativas, televisivas, de marco tributario, de cesión de activos a otras entidades para su explotación comercial y deportiva, de limitación de la actividad contractual, autorizaciones de todo orden, limitaciones a la ventas de inmovilizado, capital mínimo societario, composición órganos de dirección, naturaleza de capital, limitaciones a la captación de activos en mercado primario y secundario, etc. Las causas de la intervención son históricas y de contexto general pero existen y no pueden ignorarse sin ignorar a la vez la propia estructura del negocio.

A partir de estas referencias, el mercado del deporte profesional debe considerarse un mercado esencialmente disfuncional. Su marco jurídico y las obligaciones impuestas distorsionan las reglas de funcionamiento. Consecuencia de esto, los actores se comportan en esta actividad de forma diferente a la que lo hacen en el mundo económico convencional y, finalmente, los mecanismos de control y exigencias de responsabilidades están especialmente atenuados como parte de la ineficiencia final.

Su reconfiguración no puede venir -como ahora se pretende- por la única referencia al autocontrol del empresario o el control de la patronal-organizador. Este mecanismo -siendo importante y muy simbólico- tiene un alcance limitado si el marco de la ineficiencia no es analizado seriamente y no se profundiza en la actualización y modernización del sistema en el que se desarrolla la actividad teniendo en cuenta que estamos ante una actividad esencialmente económica que se ha convertido en el valor más importante del sector ocio.

Alberto Palomar. Magistrado de lo contencioso-administrativo

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