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Columna
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Un poco de intimidad para Portugal

El Gobierno portugués ha tenido durante mucho tiempo una influencia desproporcionada en las compañías más grandes del país, pero eso está a punto de cambiar. El Ejecutivo se ha comprometido a acelerar el programa de privatización de 5.500 millones de euros como parte del acuerdo del paquete de rescate acordado con la eurozona y el FMI. El plan es bienvenido y probablemente factible. Eliminar las acciones de oro es otro paso importante. Pero Portugal puede hacer más.

El país vecino ya ha designado tres ventas clave este año: su participación en la empresa pública Energías de Portugal, la eléctrica REN, y la aerolínea TAP. Portugal tiene una participación de un 25% en la cotizada EDP, valorado en más de 2,300 millones de euros. No está muy claro si va a desprenderse de todo, pero sería relativamente fácil de vender. REN sería un poco más complicado y haría falta convencer a los inversores sobre la estabilidad de la regulación existente.

A partir de ahí, el programa de privatización se vuelve cada vez más complejo. Por ejemplo, TAP tiene algunas cosas a su favor, como el acceso a rutas a Brasil, pero la compañía está muy endeudada y sindicalizada. Además Portugal puede querer garantías de que Lisboa siga siendo el centro operacional.

No está claro si la empresa pública Caixa Geral de Depósitos vendería sus participaciones en varias empresas portuguesas, pero debería. Estas puede que sean pequeñas, pero conllevan una influencia desproporcionada debido a las limitaciones en los votos de accionistas en determinadas empresas como EDP. Si el país puede eliminar estas limitaciones, como hizo España, podría ayudar a atraer más capital extranjero a sus empresas más importantes.

Por Fiona Maharg-Bravo

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