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Columna
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España y el Banco Central Europeo

José Carlos Díez

La pasada semana el BCE subió los tipos por primera vez desde 2008. Durante la Gran Recesión nuestra autoridad monetaria aplicó políticas ultraexpansivas de liquidez y llevó los tipos en el interbancario a un día próximos a cero y ahora, en fase de recuperación cíclica, y tras el fuerte repunte del precio del crudo y de los alimentos desde el pasado verano, ha decido activar su estrategia de salida. No obstante, como los propios consejeros reconocen, es muy fácil aplicar políticas monetarias heterodoxas pero es muy complicado salir de ellas sin provocar una recaída de la actividad. De hecho, el BCE subió tipos pero mantiene la barra libre de liquidez para las entidades financieras al menos hasta septiembre.

La subida del precio del petróleo ha hecho aumentar las previsiones de inflación medio punto y es lógico que el BCE quiera al menos ser neutral y subir medio punto los tipos para mantener estables los tipos de interés reales. En los setenta ya aprendimos que si los bancos centrales van por detrás de la curva cuando actúan ya es tarde y tienen que tirar del freno de mano provocando una recesión, por lo que está justificada esta acción preventiva del BCE. ¿Subirá más allá de ese medio punto? De momento los precios industriales y de servicios excluyendo energía están próximos al 1%, al igual que los salarios que además crecen por debajo de la productividad, por lo tanto las condiciones domésticas no lo justifican por lo que todo está condicionado a la evolución de los precios del petróleo.

En los años ochenta, Deng Xiaoping, el líder chino sucesor de Mao artífice del milagro económico, de visita en Francia fue preguntado por un periodista sobre la Revolución Francesa y respondió: "Aún es pronto para valorarla". A mí me pasa lo mismo con lo que está sucediendo en el norte de África y Oriente Medio. En 1973 y 1979 la producción de crudo mundial cayó un 7% y el precio del crudo se triplicó. Si las revueltas llegan a uno de los grandes productores de la zona, el precio del petróleo podría llegar a la barrera de los 200 dólares/barril. Pero si no se produce, el precio actual está inflado por posiciones especulativas y podría caer hasta niveles de 100 dólares/barril. Si no hay tensiones, medio punto de subidas serían suficientes pero el BCE hace bien en situar los tipos en el 1,5% antes del verano. Lo que suceda después, como el propio Trichet se encargó de aclarar en la rueda de prensa, está por ver.

Tras la decisión han vuelto a sonar las trompetas del Apocalipsis en nuestra querida España. Sin embargo, nuestros diferenciales de tipos siguen disminuyendo y en los bonos a tres años se aproximan a la barrera psicológica de los 100 puntos básicos versus los 300 puntos a los que estaban en diciembre. ¿Qué están valorando los inversores?

Que España ya padeció una subida de sus costes de financiación bancaria y empresarial en 2010 y ahora la clave es nuestro diferencial de tipos, no las subidas del BCE. El euríbor protegió a nuestras familias en 2010 y ahora serán las más afectadas. No obstante, las hipotecas se revisan con retraso, un tercio de ellas tienen suelos medios del 3% y por lo tanto el impacto será en 2012 cuando ya habremos digerido los excesos residenciales. Que en el escenario más negativo nuestra deuda pública estaría próxima al 80% en 2015, niveles similares a los de Alemania y con un potencial de crecimiento mayor. Por lo tanto, a los tipos actuales no pagaría en intereses de la deuda más del 4% del PIB, niveles muy alejados del 8% de Portugal o de más del 10% de los griegos e irlandeses. Que a pesar del silicio de la consolidación presupuestaria, la economía, según el Banco de España, crecerá próxima al 1% en 2011 y al 1,5% en 2012 y generará unos 200.000 empleos netos el próximo año. Que nuestras exportaciones de bienes crecen más que el comercio mundial y que las de nuestros socios europeos, incluso más que las británicas sin necesidad de devaluación. Que por primera vez desde nuestra adhesión en 1986, en 2010 tuvimos equilibrio en la balanza comercial con nuestros socios europeos. Etcétera.

Nosotros tenemos que seguir cumpliendo nuestros compromisos fiscales, acabar de implementar las reformas y de reestructurar nuestro sistema bancario, ya que lo que suenan no son las trompetas del Apocalipsis sino las de las murallas de Jericó. Ánimo, podemos.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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