Lecciones del cine ante la privatización del agua
Paul Laverty, guionista de 'También la lluvia', relata la revuelta de Cochabamba contra la gestión privada del agua
La guerra arrancó en el mes de enero de 2000 y duró cuatro meses. En juego estaba la privatización del suministro de agua de Cochabamba, la tercera ciudad más grande de Bolivia, de un millón de habitantes, y una de las más pobres del país. El Gobierno de Hugo Banzer forzó la medida de la mano del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La empresa adjudicataria era Aguas del Tunari, un consorcio empresarial participado por la compañía Bechtel en un 27,5%.
En la calle, la medida se tradujo en el aumento de hasta el 50% de la tarifa del agua. "En esos barrios, el salario medio es de 70 dólares. Y de repente los vecinos tenían que pagar 20 por tener agua". La gente empezó a salir a la calle para protestar contra la privatización. La ciudad se inflamó durante cuatro meses. El colapso político y económico forzó al Gobierno de Banzer a rescindir el contrato con Bechtel.
A Paul Laverty, guionista y tándem cinematográfico del director británico Ken Loach, le sorprendieron las imágenes de aquella revuelta. Ha contado que le impresionó el coraje de aquella gente. Casi 10 años después, También la lluvia, su último guion llevado a la pantalla por su pareja, la directora Icíar Bollaín, "es un homenaje a esa gente, aunque no soy un romántico, sabía que iba a costar mucho", explica por teléfono a CincoDías con un fuerte acento escocés en medio de disculpas por su precario castellano.
"Con el agua no debe ganarse ni un centavo, hay que tener imaginación para buscar fondos", asegura Laverty
Dice Laverty que la resistencia, como la que Cochabamba muestra en el filme -seleccionado por España para competir en la última edición de los Oscar como mejor película de habla no inglesa-, "es muy interesante desde un punto de vista dramático porque hay conflicto. Cuando la gente se enfrenta al poder no es blanco o negro. El padre de familia sabe que si no lucha, condena a su familia a beber agua sucia el resto de su vida. Pero si se enfrenta al poder, puede morir".
La de esta ciudad boliviana fue una guerra que cambió cosas más allá de que sus habitantes lograran frenar la medida del Gobierno, que preveía incluso poner precio al agua de lluvia. Dio alas a la izquierda en América Latina y a que Evo Morales emergiera como líder indígena. Laverty se entrevistó y charló con los protagonistas de aquella revuelta, de los que muchos aparecen en la película. "Me impresionó mucho conocer a gente como Oscar Oliveira, portavoz de la revuelta. El Ejército le buscaba para matarle, le amenazaron de muerte, se jugó la vida y ese coraje es muy impresionante", explica el guionista de El viento que agita la cebada (Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2006), Felices Dieciséis y La canción de Carla.
En 2001, un año después de la revuelta, la compañía Bechtel llevó a los tribunales al Gobierno de Bolivia para reclamar daños por valor de 25 millones de dólares. No fue hasta cinco años después cuando la empresa y otros socios internacionales retiraron la demanda contra el Ejecutivo. La protesta logró la creación del actual Servicio Municipal de Agua Potable de Cochabamba (Semapa), no susceptible de privatizarse. En la actualidad, en la gestión prevalece el concepto del patrimonio popular.
A Laverty no le interesaba hacer una película solo sobre la guerra del agua, sino sobre la codicia justificada por una ideología. La película cruza dos momentos históricos, la colonización española y la revuelta de Cochabamba. La primera se justificó en la evangelización, la segunda, por la búsqueda de beneficio. "Resulta fascinante cuando la tesis de grandes economistas quieren ser la verdad pese a la realidad de la calle". Casi una década después, el guionista sostiene que con el agua en Bolivia "no debe de ganarse ni un centavo, hay que tener imaginación para buscar fondos internacionales y lograr una gestión entre municipios y comunidades".
Calendario
Enero de 2000: empujado por el Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno de Bolivia decide la privatización del servicio de agua en Cochabamba, la tercera ciudad más grande Bolivia, con un millón de habitantes. La medida supone el aumento de hasta el 50% en la tarifa.Abril de 2000: tras cuatro meses de protestas, el Ejecutivo rescinde el contrato con la compañía Aguas del Tunari, participada en un 27,5% por la empresa Bechtel.2001: Bechtel demanda al Gobierno de Evo Morales por daños y perjuicios, por valor de 25 millones de dólares.2003: el documental The Corporation se hace eco de la guerra del agua de Cochabamba.2006: Bechtel y otros socios internacionales retiran la demanda contra el Gobierno de Bolivia.