_
_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tras las reformas, más reformas... y paciencia

Los grandes acuerdos socieconómicos firmados en España desde la transición democrática han encontrado siempre mejores aliados entre los historiadores que entre los analistas contemporáneos. Sus valoraciones mejoran con el tiempo, como el buen vino, pero las garantías de réditos inminentes nunca han resultado ser apuestas seguras. En todo caso, el éxito de los pactos ha sido más abultado en el pasado cuanto mayor y más radical era el cambio en la política económica practicada. Las reformas y los pactos nunca modifican todo el terreno de juego de la economía, y precisan de réplicas en el mismo sentido en infinidad de normas y mercados, para que todos los cambios movilicen el comportamiento de los agentes económicos y sociales. En definitiva, los pactos y las reformas demandan siempre más reformas y más pactos, para consolidar entre todos un cambio muy significativo de la política económica que entierre definitivamente aquella que, por agotamiento, ha desembocado en la crisis.

En el pasado, los pactos que han triunfado y han desatado el crecimiento y la generación masiva de empleo han estado acompañados de procesos muy severos de liberalización económica, reducción generalizada de los costes, ampliación de mercados para la oferta y estímulos fiscales nada despreciables para ampliar la capacidad de la demanda. Sería un esfuerzo baldío el que se ha hecho para la recuperación si no se tocasen las teclas que faltan de la reformas y la liberalización de la economía. Baldío para el Gobierno, al que le ha costado un mundo convencerse de la necesidad de los cambios profundos que ha introducido en algunas de las legislaciones más consolidadas, como la Seguridad Social. Baldío para sindicatos y patronal, que además lo han hecho con una dilación impropia de un país maduro, democrático y avanzado, pues han transitado durante tres años por la crisis viendo cómo se desangraban las empresas, cómo perdían el empleo más de dos millones de trabajadores y cómo descendía dramáticamente el nivel de riqueza del país. Y baldío para la sociedad, que ha pasado la crisis con sus renuncias de empleo, renta y proyectos, y ha encajado ahora la necesidad de ajustes y sacrificios para coger impulso.

Desatender la necesidad de reformas adicionales, algunas de ellas insinuadas o citadas en el acuerdo social y económico que hoy firmarán Gobierno, patronal y sindicatos en La Moncloa, es echar por tierra todos los sacrificios colectivos y jugar a una sola carta las posibilidades de recuperación. La economía está en un punto crítico, con riesgos evidentes de recaída en la actividad, pese a que entren en vías de solución los grandes problemas financieros que España ha acumulado durante años. La economía no crece de forma tan apreciable como para echar las campanas al vuelo, como para considerar que se ha superado la crisis. La destrucción de empleo no ha acabado, a juzgar por el marchamo de las variables que desvela la encuesta de población activa. Y el principal motor de la recuperación de la demanda, la renta disponible privada, sigue con su evolución contractiva por el estancamiento de las rentas salariales y el efecto disolvente de una inflación que ha vuelto a tasas más propias de una economía recalentada que de una paralizada. Las subidas de impuestos para recomponer los ingresos públicos y el alza de las materias primas alimentarias y energéticas, están deteriorando la renta de los agentes económicos, que tendrán menos margen para el ahorro y el consumo duradero, sobre todo si precisa de financiación ajena, en un momento en el que repuntan los tipos de interés.

No estará de más evitar la generación de falsas expectativas hasta culminar unas reformas solo dibujadas en algunos casos, y cuyo éxito está en el aire en otros. Habrá de esperar que el mercado financiero absorba la reforma de las cajas y esté dispuesto a financiarla para que la mitad del sistema bancario vuelva a ser una palanca de crecimiento, ejerciendo el papel de intermediar entre ahorro e inversión. Habrá que esperar también que las comunidades autónomas afloren sus penurias financieras y que encuentren financiación para no ser una bomba que detone cuando la recuperación esté en marcha. Y habrá, en definitiva, que envolver todo lo hecho con un cambio liberalizador de la política económica que cambie las expectativas de la gente.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_