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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Superar la incapacidad para alcanzar pactos

Los máximos dirigentes de la CEOE, Juan Rosell, y de los sindicatos CC OO, Ignacio Fernández Toxo, y UGT, Cándido Méndez, exploran la posibilidad de un gran pacto que incluya diversas materias. El vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha mostrado favorable siempre que no implique modificar el calendario de aprobación de reformas ya fijado por el Gobierno. Lo que marca como prioridad la reforma de las pensiones, que debe estar lista antes del 28 de enero, y la de la negociación colectiva. Pero los sindicatos, promotores de la iniciativa, quieren incluir en este gran compromiso otras negociaciones, la mayoría ya en discusión, como algunos aspectos pendientes de la reforma laboral, las políticas activas de empleo y la política industrial y energética, aunque también la función pública o la revisión de la congelación de las pensiones para 2011. Confían, además, poder sumar a los partidos políticos para elevarlo a la categoría de pacto de Estado. De momento, el Gobierno ha iniciado contactos con los grupos parlamentarios para conseguir que la reforma de las pensiones obtenga suficiente respaldo parlamentario. Ojalá fuese el embrión de un acuerdo de mayor envergadura.

La posibilidad de alcanzar dos grandes pactos, uno con los agentes sociales y otro de ámbito político, sería un acierto incalculable, aunque se limitase a las pensiones. Se aseguraría con ello el éxito en la transición del actual modelo -inviable a medio plazo por la evolución demográfica- hacia otro que garantice las pensiones de los futuros jubilados. Pero además, se demostraría internacionalmente la capacidad de los líderes de la sociedad española para ponerse de acuerdo cuando se trata de arreglar las cosas. Y es obvio que la economía precisa de reformas profundas como ha quedado patente con esta interminable crisis que ha azotado al país con mayor virulencia que a otros.

Ha sido la consecuencia lógica de un modelo productivo basado en la construcción desaforada de viviendas, y no en sectores punteros y competitivos sustentado en un sistema educativo de calidad. Una transformación productiva de semejante calado, que ha sido afrontada antes por otros países como Finlandia, o en menor medida Irlanda, requiere tener las ideas muy claras y contar con un consenso social muy consolidado. Solo el consenso de los dos grandes partidos con posibilidad de gobierno, el PSOE y el PP, y el apoyo de los agentes sociales permitiría semejante proyecto con garantías de éxito, pues evidentemente es una tarea de mucho tiempo que exigiría varias legislaturas.

Este periódico reclamó ya en 2008, cuando la crisis despuntaba en toda su crudeza, la consecución de un pacto de Estado y ha reiterado en numerosas ocasiones esta petición. No hemos sido los únicos; de hecho, la búsqueda de acuerdos ha sido un clamor generalizado de la sociedad en su conjunto que ha contemplado perpleja la cortedad y pobreza de miras de los dirigentes responsables de haberlo sacado adelante. El engendro del Pacto de Zurbarán es la prueba fehaciente de esta falta de voluntad, tanto del Gobierno como de la oposición. Responsabilidad que también atañe a los agentes sociales, incapaces de haber cerrado un compromiso sobre las reformas que les afectan.

Ese gran pacto de Estado se debería haber alcanzado hace muchos meses; pero precisamente este retraso le imprime más urgencia. No obstante, aunque el acuerdo siempre es deseable, no puede descafeinar las reformas hasta el punto de invalidar su utilidad. Alcanzar semejante equilibrio exige mucha responsabilidad de los interlocutores y una clara visión de Estado que les permita ceder posiciones consideradas inamovibles con demasiada frivolidad. La reforma de las pensiones es una oportunidad de lujo para enmendar los errores de los dirigentes políticos y sociales. El pacto beneficiaría a la sociedad, pero también aportaría réditos a los firmantes. El Gobierno demostraría su capacidad para generar acuerdos, la oposición, su grandeza para anteponer los intereses sociales a los partidistas, los sindicatos evitarían una huelga general que nadie desea y Juan Rosell iniciaría su mandato en la CEOE por la puerta grande. æpermil;xito que se multiplicaría si el pacto abarcase otras materias.

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