El reto de alimentar el planeta
La hambruna es uno de los temas más candentes del mundo. Cada día, 16.000 niños mueren de enfermedades relacionadas con el hambre. Según las últimas cifras de la FAO, más de 1.000 millones de personas padecen hambre, más que nunca en la historia humana. Sumándole a esto el hecho que, según la Naciones Unidas, de 6.900 millones en 2010, la población llegará a 9.000 millones de personas en 2050, se plantea la cuestión de saber si será posible satisfacer el derecho básico a la alimentación para todos.
La declaración de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria celebrada en la FAO en noviembre de 2009, anunció que "para alimentar a la población mundial, que se espera supere 9.000 millones en 2050, se estima que la producción agrícola tendrá que aumentar en un 70% entre ahora y entonces".
Esta cifra del 70% es ahora el dato comúnmente usado cuando se trata de estimar cuánto debe aumentar la cantidad de producción de alimentos en los próximos 40 años. Esta cifra está basada en un aumento de 32% de aumento de la población mundial y en llegar a un consumo medio de 3.130 kilocalorías por persona por día en 2050. Estas cifras, sin embargo se tienen que matizar con las siguientes consideraciones:
En primer lugar, no hay una relación directa entre la cantidad de alimentos producidos y el número de personas que sufren de hambre a nivel global. La producción mundial actual de alimentos es suficiente para proporcionar a cada persona del planeta una dieta adecuada. Sin embargo, no existe una relación automática entre una mayor disponibilidad de alimentos y la reducción de la hambruna. Entre 2007-2009, el número de personas que padecen hambre aumentó alrededor de 150 millones, un aumento espectacular, no vinculado a ninguna disminución en la producción de alimentos, sino a un fuerte aumento en los precios de los alimentos, causado sobre todo por el aumento en los precios del petróleo, la especulación y la competencia entre los cultivos alimentarios y los de combustible.
Por otra parte, las proyecciones consideran principalmente el aumento del consumo de calorías, incluyendo aumento en el consumo de carne. El consumo de carne en EE UU es aproximadamente 120 kilos al año por persona, mientras que el promedio mundial es de 43 kilos, y en la India es de 5 kilos. Gran parte de la producción de carne en EE UU depende del grano que alimenta a los animales. De esa manera el consumo de granos en EE UU es de 800 kilos por persona al año, mientras que en la India, es de 200 kilos. Esto significa que la producción de granos actual proporciona suficiente para 2.500 millones de personas con una dieta de EE UU, pero a 10.000 millones de personas con una dieta de India.
A estas consideraciones se debe añadir el hecho que las pérdidas pos-cosecha en los países en vía de desarrollo pueden alcanzar el 50% de lo que se produce y que los países industrializados desperdician enormes cantidades de alimentos que alcanzan en ciertos países el 40%.
¿Cuánta comida más será necesaria para poder alimentar a la población de 2050? La respuesta depende, entre otros, de los factores mencionados aquí. Con hábitos y sistemas más sostenibles de consumo y producción de alimentos, un aumento de 20-50% podría ser suficiente. Lo fundamental es entender que no es solo un aumento de la producción el que reduce el hambre, y que hoy no es la agricultura industrial a gran escala, la que alimenta el planeta, sino la de los pequeños productores que producen hoy en día, según el grupo ETC (Action Group on Erosion, Technology and Concentration) con sede en Otawa, más del 70% de los alimentos consumidos a nivel mundial.
Paradójicamente, son justamente estos pequeños agricultores y sus familias, que representan la mitad de más de 1.000 millones de personas que padecen hambre. Darles una oportunidad de aumentar su propia producción para obtener suficientes alimentos saludables para ellos mismos se convertiría en el plan de reducción de la hambruna más exitoso en la historia humana.
Angela Hilmi. Investigadora de la Universidad Politécnica de Valencia