El coqueteo de bancos y cajas (II)
Hace algo más de un año y medio el presidente de un banco mediano defendía abiertamente los matrimonios entre bancos y cajas. La reforma de la ley de cajas no estaba aún diseñada, y como mucho se hablaba de dar derechos políticos a las cuotas participativas. Nadie imaginaba todavía que en menos de dos años las entidades de ahorro pudiesen cotizar, transformarse en bancos, despolitizarse -bueno, o eso parece sobre el papel- y sentar en sus consejos a inversores particulares.
Toda una revolución en un sector que representa la mitad del sistema financiero. Pero como la historia se escribe a veces con renglones torcidos, es curioso que ese mismo banquero que defendía y defiende los matrimonios mixtos -y lo ha intentado y lo seguirá intentando- recibiera no hace mucho la visita de una gran caja de ahorros para proponerle una boda. Y, como es lógico, dijo que no. El asunto se zanjó hace aproximadamente un mes. Pero la caja en cuestión sigue buscando un socio que le permita operar y obtener capital y liquidez en el mercado.
¿Lo ha conseguido? En ello está.
El Banco de España es totalmente partidario de que las cajas se acerquen a los bancos y de que los bancos se acerquen a las cajas. El objetivo siempre es el mismo, bancarizar al sistema financiero o, lo que es lo mismo, que todas las entidades de crédito puedan captar capital y liquidez en el mercado en igualdad de condiciones. Y ahora, además, el tamaño sí importa, y mucho.
Según apuntan todos los analistas consultados, el mercado solo está dispuesto a facilitar liquidez a través de la compra de emisiones -cuando se vuelva a abrir otra ventana para hacer colocaciones- a las entidades con una determinada dimensión.
El supervisor no solo defiende que las cajas salgan al mercado para captar capital con bancos que coticen, sino que pretende que lo hagan lo más pronto posible. Eso sí, no quiere asfixiar a nadie, como dice. Por ello, quiere que estas entidades de ahorro estén totalmente preparadas para que una vez que las turbulencias bursátiles se hayan aplacado, y la confianza regrese al sistema financiero español, coticen.
Conceder fichas bancarias a las cajas ya no supone ningún problema. Tampoco que un banco compre una caja o que una caja se asocie con un banco.
A partir de enero, una vez que sean ya operativas todas las fusiones virtuales -aunque cada vez son más integrales- y estén formados todos los equipos gestores de estas entidades será fácil que se anuncie alguna operación de salida a Bolsa del banco de una caja. ¿Y quién puede comprar estos títulos? Todos los inversores. Particulares, fondos de inversión y soberanos -muy interesados, según declara la propia CECA, encargada de realizar el road show para convencer a los inversores internacionales-, otras cajas o los bancos.
Estos últimos también están interesados en entrar en el capital de estas entidades financieras.
Será la prueba de fuego de los drásticos cambios gestados en las cajas de ahorros. Será también el catalizador para comprobar si al final los inversores confían en el sistema financiero español. Antes, en febrero, los bancos centrales de los respectivos países que integran la CE habrán publicado ya las pruebas de estrés de sus respectivos bancos y cajas.
Será la segunda vez que se conozcan las tripas del sistema financiero europeo en menos de un año.
En esta ocasión se incluirá como principal novedad la evaluación de las condiciones de liquidez de cada entidad financiera. El Banco de España, además, espera que el riesgo inmobiliario, y sobre todo, el específico de promotores haya aflorado por completo y comenzado a descender.
Los resultados de estas pruebas de solvencia serán, a priori, más duras que las anunciadas en julio pasado. Su objetivo, de hecho, es devolver al mercado la confianza en este examen tras el fiasco de los resultados de los test de estrés de los bancos irlandeses.
Es posible que en breve se vean matrimonios mixtos de bancos y cajas. Ya se ha intentado