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Los que ganan más de 50 millones al año

¿Los mejores pagados? En EE UU son 74 y ganaron cinco veces más en 2009

El primer año completo de la Gran Recesión en EE UU no ha sido ingrato con los más ricos del país. Según datos de la Seguridad Social correspondientes a 2009, el club de los mejor pagados, los que ganan más de 50 millones al año es ligeramente menor al de 2008 puesto que de 131 personas se ha pasado a 74 pero los ingresos si han crecido.

Y mucho. En concreto la cantidad media embolsada fue de 518,8 millones de dólares (unos 374,7 millones de euros), mas de cinco veces más que el año anterior, todo un récord. En 2008 la media de ingresos en el segmento más alto era de 91,1 millones.

Según estos datos, la pirámide de ingresos en EE UU es cada vez más puntiaguda y pesa más en el vértice mientras que en la base cada vez hay más debilidad ya que para el resto de los asalariados la evolución ha sido la opuesta. La media ponderada salarial cayó 384 dólares para quedar en 39.269 pero el salario más común fue de 26.261 dólares, 253 menos que en 2008.

David Cay Johnston un periodista especializado en fiscalidad que trabajaba en The New York Times, y fue galardonado con un premio Pulitzer, ha publicado en Tax.com estos datos que se hicieron públicos hace 10 días. Para Johnston, es significativo que durante el peor año desde la Gran Depresión, 74 personas ganaran una media de 10 millones de dólares a la semana mientras que para la mitad de todos los asalariados en el país (unos 75 millones de personas) esa cifra se rebajara hasta 505 dólares.

¿Otra forma de verlo? Los más ricos del país ganaron 38.400 millones de dólares el año pasado, tanto como la suma de lo que se embolsaron los 19 millones de americanos peor pagados.

Johnston advierte que estos datos no reflejan la totalidad de la pirámide porque no registran los ingresos totales de gestores de hedge funds o compañías de capital riesgo porque técnicamente sus ingresos por inversiones (como comisiones) no son considerados salarios. Es decir no están todos los que son. Estos ingresos cotizan al 15%. Las tablas recogen salarios, propinas y planes de compensación retrasados.

Mientras esto ocurre en las alturas, la peor parte se la han llevado los parados de larga duración. Uno de cada 34 americanos vio pasar 2009 sin ingresar ni un solo centavo. De acuerdo con la Seguridad Social, 150,9 millones de personas declararon haber tenido un salario en 2009, ejercicio en el que la tasa de desempleo se mantuvo la mayor parte de los meses por encima del 9,5%, se trata de 4,5 millones menos que el año anterior.

El top 1% de la escala salarial (los que ganaron más de 380.354 dólares) aportaron el 38% de los impuestos de la renta federal en 2009 mientras que el 95% que ingresó menos de 159.619 dólares se hicieron cargo del 41,3%

Las estadísticas han pasado relativamente desapercibidas en un país que ahora está inmerso en una campaña electoral que las encuestas apuntan a que ganará el Partido Republicano. El día 2 de noviembre se renueva la cámara de Representantes y un tercio del Senado además de elegirse nuevos gobernadores en estados como Nueva York y California.

Estas son unas cifras que deberían ser importantes para informar uno de los debates más importantes del final de la mitad de la legislatura y que se centra en el mantenimiento o no de los recortes fiscales de George W. Bush. Se trata de unas rebajas que vencen a finales de este año y que Barack Obama quiere prorrogar para las familias que ingresen menos de 250.000 dólares al año (o 200.000 en caso de ser una sola persona). El Partido Republicano, pese a criticar duramente el déficit de 1,3 billones de dólares es partidario de mantener incluso los que benefician a rentas más altas. La diferencia de criterio supone 700.000 millones de dólares más el déficit o no en una década. El coste total de todos los recortes asciende a 3,1 billones en 10 años. Según las cifras oficiales, de mantenerse las cifras de 2009, el plan de Obama de recortar impuestos a las rentas más altas afectaría a apenas 3.19 millones de asalariados de los casi 151 millones totales.

El Partido Republicano basa buena parte de su programa económico en rebajar lo más posible la presión fiscal y evitar la subida de impuestos, en la misma línea que las teorías de la supply side, patrocinadas por Bush. No obstante las rebajas de impuestos, desde 1992 hasta 2000, 21 millones de personas se sumaron a la masa de asalariados pero diez años después solo había 2,8 millones más.

Johnston afirma que la evidencia apunta a que desde los ochenta, la presidencia de Ronald Reagan, uno de los presidentes más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, la política fiscal ha ido cambiando. El fortalecimiento de la clase media que se había labrado desde los años cincuenta se detuvo y se empezó a reforzar la cúspide de la pirámide. Según los cálculos de este experto, "desde los cincuenta a los ochenta, los ingresos del 90% en la base creció a un ritmo firme pero desde entonces se ha ido reduciendo. Si el crecimiento se hubiese continuado al mismo ritmo, el salario medio sería de 52.051 dólares".

En 1990, primer año que recoge la serie histórica de la Seguridad Social, el máximo de ingresos se fijaba en más de cinco millones de dólares, no 50 como ahora, y 735 personas estaban en esa categoría con unos embolsos medios de 10,1 millones de dólares.

La situación de desigualdad no ha pasado desapercibida en la academia. Raghuram Rajan, ex analista jefe del FMI y profesor de la Universidad de Chicago, se hace eco de esta situación en su libro Fault Lines y en el primer capítulo explica que ha habido un aumento de las desigualdades en EE UU "en las tres últimas décadas" que ha coincidido entre otras circunstancias con una mayor desregulación, peor educación y una reducción progresiva de los tipos impositivos a los altos ingresos "punitivos desde la época de la posguerra". Pasaron del 91% al 35% actual.

Según Rajan, a los americanos no les ha preocupado mucho la desigualdad económica "hasta que se convierte en extrema", como ocurrió a fines del siglo XIX. El motivo es que muchos han confiado en la movilidad social ascendente y no ha habido animadversión ante las rentas altas pues podía ser cuestión de tiempo estar entre ellas si se trabajaba duramente para ello. Esta movilidad se ha detenido y de hecho es más fácil en los países escandinavos y Canadá. Tal y como cuenta Rajan, dado que la desigualdad creció "se ha intentado mejorar la vida de los votantes de otra manera. Desde los primeros años de los ochenta la respuesta más seductora ha sido el crédito fácil".

Es un crédito que después de la explosión de la burbuja no fluye para las familias y las pymes.

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