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Tribuna
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El papel de la industria alimentaria europea

A la industria alimentaria se le brinda una gran oportunidad de ocupar la posición de liderazgo que le corresponde dentro del ámbito europeo, donde aglutina a 300.000 empresas que facturan más de 900.000 millones de euros anuales, y atienden a 500 millones de consumidores. La reciente creación del Foro de alto nivel para la mejora del funcionamiento de la cadena alimentaria por parte de la Comisión Europea, cuyas principales líneas de trabajo se han presentado hace unos días en Madrid, va a permitir a nuestro sector alcanzar un grado de visibilidad que nunca antes había tenido en las instituciones comunitarias.

Dicho Foro, en el que participarán cuatro comisarios, catorce ministros de los Estados miembro, y representantes de la industria, de los agricultores y de la distribución, tiene como principal objetivo fortalecer el sistema agroalimentario dentro de la Unión y previsiblemente establecerá, entre otros, una regulación de las prácticas comerciales con el que se marquen unas reglas de juego equilibradas dentro de la cadena agroalimentaria.

Por nuestra parte, existen cuatro elementos fundamentales que servirán para que el sector alimentario, primer sector industrial tanto en la UE como en nuestro país y uno de los pocos sectores llamados a ser motor de salida de la crisis, mejore su competitividad en clave de igualdad, no sólo en el entorno europeo, sino en relación a terceros países en los que el consumo está alcanzando importantes crecimientos. El primer ámbito prioritario de actuación es establecer un marco de relaciones equilibradas dentro de la cadena.

Es fácil imaginar las fricciones que genera que los productos de más de un millón de agricultores y de más de 30.000 empresas del sector de la alimentación en España lleguen a los consumidores a través de una quincena de grandes grupos de distribución. Esta situación genera problemas de desigualdad y, en ciertas ocasiones, favorece que el último eslabón de la cadena imponga determinadas condiciones a agricultores y empresas, que estos se ven obligados a aceptar puesto que de otra manera no podrían comercializar sus productos.

Pero más allá de la industria o de los agricultores, esta situación es perjudicial para el consumidor que cada día ve cómo tiene una menor capacidad de elección y surtido de producto, una menor posibilidad efectiva de elegir en qué tienda realizar la compra, y una menor disposición de productos nuevos e innovadores. Y, lo preocupante es que este escenario se da en todos los países de la Unión Europea y, precisamente por ello, necesitamos una solución a nivel comunitario.

En segundo lugar, resulta vital que exista coherencia interna en las políticas comunitarias, de manera que refuerce nuestro modelo y evite que la crisis se convierta en caldo de cultivo para el proteccionismo de los estados.

La nueva estrategia europea en el ámbito alimentario debe también pasar por potenciar la salida hacia mercados exteriores, eliminando las barreras proteccionistas e invirtiendo en promoción agroalimentaria. No podemos perder nuestra posición de liderazgo ni las oportunidades que nos brindan los países en desarrollo, actual motor mundial donde las clases medias de países como China, India, Brasil, Taiwán, México o Singapur, están creciendo de forma acelerada y han de ser potenciales consumidores de nuestros productos. Este es el momento de ofrecérselos y ganarnos una posición significativa dentro de esos mercados emergentes.

Como tercera vía, debemos concentrarnos en la economía del conocimiento, dando mayor valor a la innovación, a la investigación de nuevos productos que cubran otras necesidades, a la formación -en especial de empresarios emprendedores- y a el fortalecimiento de la dimensión de nuestras empresas -apoyando uniones, fusiones, alianzas estratégicas, joint ventures, clusters…-, para poder competir más allá del mero precio.

Es el momento de pasar a la acción. Tenemos por delante un gran reto, clarificar y solucionar la situación interna del sector para alcanzar el objetivo común de ser competitivos desde la igualdad, aún más, para demostrar a Europa que somos un sector estratégico para su desarrollo. Para ello, la Comisión Europea y nuestras autoridades cuentan con el apoyo y el compromiso de la industria alimentaria española.

Horacio González Alemán. Secretario General de FIAB

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