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Columna
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España proyecta aún demasiadas sombras

España es la estrella de la periferia del euro. Su diferencial de la deuda es mucho menor que el de Portugal, Irlanda y no está muy lejos del de Italia, un sobreviviente perenne. Pero los frentes económicos abiertos de España son muchos. Aquellos que ya desean excluir la S del acrónimo PIGS están siendo prematuros.

La recuperación actual de España en los mercados refleja probablemente su posición de deuda pública, posiblemente la mejor de las economías periféricas. La deuda pública de alrededor del 60% con respecto del PIB es mejor que la de Portugal e Irlanda y está muy por debajo de las cifras de Italia y Grecia -en más del 100%-. El déficit fiscal llegó al 11% del PIB en 2009, pero ahora parece que se reduce con elegancia. Los ingresos por IVA dieron un salto en el primer semestre del año y el gasto público se contrajo un 3,6%. El mercado ve que es un buen comienzo del ajuste. Pero se necesita mucho más. El déficit público y de deuda no son los mayores problemas de España.

Los más grandes son privados y están en casa. La burbuja inmobiliaria del país no afecto sólo a los precios, como sucedió en Reino Unido. Se construyeron también demasiadas propiedades. A finales de 2006, el crédito para la industria de la construcción creció a una tasa anual de más del 30%. Cuando la burbuja estalló, la construcción de viviendas comenzó a caer, en más del 50% en 2008 y 2009. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional estimó en julio un stock de casas sin vender por encima de 800.000 y que llevará dos o tres años para reducirlo.

La caída de sólo un 12% en el precio de la vivienda frente a su máximo sugiere una mayor reducción en el corto plazo, lo que perjudica las finanzas de hogares y bancos. Los bancos españoles que han adquirido propiedades (que se estima en 175.000 unidades) son más vulnerables que cuando el estallido de la burbuja.

El auge de la financiación de préstamos bancarios llegó con la bonanza recién destapada: los bancos españoles explotaron con avidez los mercados de capital barato de la eurozona. A principios de 2003, la solicitud de pagos de bancos extranjeros a España ascendió a 90.400 millones de euros, según el Banco de Pagos Internacionales. En el primer trimestre de 2008, esta cifra había subido a 580.000 millones, un incremento equivalente a casi la mitad del PIB anual español en sólo cinco años.

Ese monto ha caído desde entonces muy poco, hasta 467.000 millones de euros en el primer trimestre de este año. Pero el endeudamiento externo total de España -público y privado-, de 1,78 billones de euros en el primer trimestre y que representa en torno al 170% del PIB, no ha disminuido. La posición de inversión neta internacional española de unos 987.000 millones de euros es negativa, y representa el 93% del PIB, el triple del nivel de 2002 y casi cinco veces mayor que Italia.

El colapso del sector de la construcción también ha contribuido extremadamente a que el paro incremente asombrosamente en 2,8 millones desde 2007 y alcance un nivel de 4,6 millones en el primer semestre, una quinta parte de la fuerza de trabajo y, con mucho, la peor tasa del euro.

Para reducir la tasa de desempleo y mejorar las finanzas del Gobierno y de los bancos, España debe poner en marcha el crecimiento. Pero la expectativa actual es que la economía probablemente se estancará este año y crecerá escasamente en 2011. España era barata, sus costes laborales estaban por debajo del nivel europeo. Pero el auge de los salarios era tal en los primeros siete años de la zona del euro que para 2007 los costes laborales unitarios eran superiores a los de Alemania.

Una solución al problema sería recortar los salarios, una medida tomada por los empresarios de Irlanda. Pero la reforma laboral aprobada este año fue tímida y los salarios y la negociación colectiva y la indexación salarial siguen siendo generalizadas. El mercado laboral no está funcionando. La competitividad española sigue siendo muy pobre.

Todo esto plantea la cuestión de en qué punto se encuentra España en su lucha para sobrevivir a su primera crisis dentro de la zona euro. Parece demasiado pronto para afirmar que la economía está en el camino de la recuperación. Un buen crecimiento económico se ve aún lejano, pero sin él, el riesgo de tensiones económicas, financieras y políticas empeora.

Por Ian Campbell.

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