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Columna
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Otra vez, el fin del petróleo

El cambio en el suministro de petróleo que se avecina tendrá implicaciones claras para dos industrias. La producción de crudo tocará su máximo en los próximos cinco años, frente a los gases líquidos que tomarán el relevo del crecimiento de la oferta. Esto debería reducir los costes para la industria química, aunque será una enfermedad para las recién recuperadas aerolíneas.

El viejo negocio petrolero está en decadencia y el crecimiento de la producción quedará paralizado en 2015, según el Cambridge Energy Research Associates. A partir de entonces, cualquier aumento de oferta provendrá del gas natural y líquidos condensados, desdeñados una vez por los productores de petróleo.

La química se beneficiará de ello y una de las empresas mejor situadas podría ser Westiake Chemical, donde el etano supone la mitad de sus costes. No así las aerolíneas, pues los gases no sirven como combustible y los precios del crudo podrían aumentar. Y para colmo, los ciudadanos indios y chinos utilizarán más el avión, demandando más carburante.

Son amenazas para las asediadas aerolíneas estadounidenses, que han perdido en conjunto 58.000 millones de dólares desde 2001. Es cierto que una vez adelgazado y consolidado, el sector va camino de su mejor ejercicio desde 1990, aunque cada dólar que se paga de más por el barril de petróleo le cuesta 500 millones. Y la dificultad de traspasar el sobrecoste a los clientes permite poco margen para el error. Continental Airlines, con una flota devoradora de combustible, sería la más perjudicada a un aumento del barril.

Las acciones del sector químico estadounidense han superado un 13% al S&P 500 este año. Pero las aerolíneas lo han hecho incluso mejor, con un 22%. No obstante, el efecto de la variación en el suministro petrolero sugiere un cambio de fortuna.

Por Christopher Swann

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