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Tribuna
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¿'Stress test' o striptease?

Si algunos, seguramente ya no muchos después de las numerosas filtraciones de las últimas semanas, esperaban que las pruebas de resistencia de las principales entidades de crédito europeas, los famosos test de estrés, supusieran un verdadero striptease que dejase al aire sus vergüenzas, al final habrán quedado seguramente decepcionados. Sólo 7 de las 91 entidades no conseguirían mantener un 6% de capital Tier 1, el nivel fijado al efecto por el Comité Europeo de Supervisores Bancarios (CEBS, en sus siglas en inglés), en todos los escenarios macroeconómicos considerados. Y además, las pruebas desvelan unas necesidades adicionales de capital muy por debajo de las cifras adelantadas por los analistas.

Sin embargo, para el sector bancario español sí es encomiable el esfuerzo de transparencia realizado, sometiendo a las pruebas a la práctica totalidad de nuestras entidades de crédito, más allá del compromiso adquirido en el ámbito europeo, exponiéndolas en un intento de mostrar con la mayor nitidez posible su estado de salud. Algo que debería tenerse en cuenta al margen de sus resultados. Porque también es cierto que de esas siete entidades que no cumplen los criterios marcados, cinco son españolas.

Como era de esperar, es difícil asegurar si las pruebas de resistencia han sido todo lo exigentes y rigurosas que algunos hubieran deseado. Los expertos siguen, y seguirán, en muchos casos obligados por sus propias predicciones incumplidas, cuestionando los resultados y discutiendo acerca de si determinadas limitaciones son adecuadas o no, sobre si tenía que haberse tomado el Tier 1 o el core Tier 1, sobre si debían haberse adelantado los actuales criterios que se manejan para Basilea III, independientemente de lo cambiantes que puedan ser con el horizonte ahora puesto en el año 2018.

Pero al final, lo que debe importar es si los test cumplen su objetivo, que no es otro que tratar de recuperar la confianza del mercado en el sector bancario europeo en general y, en lo particular, en nuestros bancos y cajas y en la propia España. Y recobrarla no depende ya sólo de las variables objetivas elegidas, sino de componentes claramente subjetivos, de cómo sea percibido este ejercicio. Por mucho que los datos sean ciertos, las hipótesis creíbles, los criterios rigurosos, los resultados fiables, si los analistas e inversores los ponen en tela de juicio, será difícil restaurar la confianza de los mercados.

En cualquier caso, al menos podemos sacar como conclusión el que las cajas de ahorros españolas se encuentran en el buen camino para afrontar posibles contingencias en los próximos años, y que los distintos movimientos y ayudas, ya considerados en las pruebas, les han permitido estar en esa posición. Para nosotros nos quedamos lo que hay en la trastienda, los desplantes y dificultades de muchas de las fusiones, SIP y acuerdos entre las cajas, lo frágil de sus hilos, las intervenciones y las amenazas del Banco de España, la decepcionante reforma de la regulación de las cajas de ahorros y sus efectos aún por descubrir. Porque también resulta evidente que en ellas se concentran los problemas de nuestro sector bancario.

La cuestión es, de una parte, si el origen de sus males está en su modelo de negocio o en sus evidentes dificultades para captar recursos básicos de capital, o si éstos son únicamente efectos del problema de raíz que suponen su especial naturaleza jurídica y un régimen que las mantiene cautivas del poder político. De otra, si la reforma de su regulación será sólo un parche o si realmente será capaz de lograr "la capitalización de las cajas, facilitando su acceso a recursos de máxima categoría en iguales condiciones que otras entidades de crédito; y la profesionalización de sus órganos de gobierno".

Ahora, en un primer paso, será necesario recapitalizar a esas cinco entidades. Algunas ya han encontrado soluciones por otras vías. Otras necesitarán posiblemente acudir a un FROB que ya ha sido prorrogado, como los programas de ayudas del resto de países de la Unión Europea, y que de forma casi desapercibida ha contemplado la posibilidad de adquirir títulos emitidos por entidades individuales sin necesidad de que estén inmersas en procesos de integración. Después, todas las entidades tendrán que enfrentarse a la tarea de volver a tratar de reforzar sus balances con el objetivo puesto en Basilea III, y también de obtener financiación, y entonces sabremos si de verdad se ha recuperado la confianza de los mercados, que a la postre es lo único que importa, y si las dificultades intrínsecas de las cajas de ahorros se han despejado realmente con su reforma.

Abraham Nájera Pascual. Socio de CMS Albiñana & Suárez de Lezo

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