El papel del BCE en la compra de bonos
El bazuca del Banco Central Europeo se está convirtiendo en una cerbatana. El BCE compró 1.000 millones de euros de deuda pública a finales de la semana pasada, frente a los 4.000 millones de las anteriores. La retirada no debe llevar a Europa a caer en picado en este momento. Pero la cartera del BCE puede analizarse otra vez.
El BCE se merece algo de crédito en sus compras de bonos, que ya alcanzan 60.000 millones de euros. Desde que el Programa de Mercado de Valores se dio a conocer el 9 de mayo, el rendimiento de los bonos de los países periféricos de la zona euro ha caído, evitando así una debacle. La oferta y demanda del bono portugués a cinco años está a ahora a 50 centavos, frente a la semana previa a la intervención del BCE, cuando costaba cinco veces esa cantidad.
Al comprar la deuda de los Estados más débiles, como Grecia, Portugal e Irlanda, el BCE ha alcanzado el mayor beneficio con la menor inversión. Su negativa a fijar la cantidad que planeaba gastar hizo que los especuladores desconocieran cuándo podría quedarse sin fondos.
Pero ha habido algunas meteduras de pata en comunicación. Los críticos comentarios del presidente del Bundesbank, Axel Weber, miembro del Consejo de Gobierno del BCE hizo una alusión a una escisión dentro de la entidad. Al afirmar que el Programa de Mercado de Valores era temporal, el BCE llevó a los inversores a cuestionar su determinación.
La retirada temporal del BCE no debe desestabilizar demasiado a los mercados. El apetito de los inversores por la deuda de los países periféricos ha mejorado y esos Gobiernos tendrán sus necesidades de refinanciación en los próximos meses. Pese a que los rendimientos han comenzado a subir, el coste de financiación sigue siendo razonable: el bono español a cinco años está cediendo un 3,5%, el mismo valor de enero de 2009.
El riesgo es que las economías de la eurozona se vean obligadas a recurrir a los 440.000 millones de euros del fondo de rescate de la UE. En ese punto, el BCE podría intensificar sus compras para evitar que otros países caigan en la red. Pero mientras el BCE compre más bonos será más difícil neutralizar el impacto de sus compras en la oferta monetaria. Sus miembros también pueden mostrarse reacios a la perspectiva de la financiación de los Estados derrochadores.
Neil Unmack