Los países ricos, los nuevos pobres
Los pobres están enseñándoles a los ricos una lección. El panorama en las naciones menos desarrolladas del mundo se caracterizaba por unos plutócratas con mucho poder, mientras se ejecutaba de manera irresponsable un gran déficit presupuestario y caían en profundos desequilibrios internos. Ahora, el zapato ha cambiado de pie. Los países ricos parecen los nuevos pobres.
Comienza con el comercio. China y los exportadores de productos básicos de precios medios obtienen la mayor parte del superávit comercial, mientras que Estados Unidos, la gran economía del mundo, todavía carga el mayor déficit. Con el superávit llega el impacto financiero y los fondos para inversión. Los déficit conducen a la dependencia y, finalmente, a la debilidad industrial.
El déficit fiscal es muy elevado en todas partes. Pero tras la crisis financiera de 2008, los ricos están en peor condición que los pobres. El déficit en economías desarrolladas como EE UU y el Reino Unido ha subido un 7,7% del PIB, casi el doble del aumento del 4,2% en países de ingresos medios, según el FMI.
Y los Gobiernos de potencias ricas tienen dificultades para exigir una mayor voluntad política que reduzca este déficit descomunal. Los líderes saben que tienen un problema pero no pueden arrastrar a su pueblo, ni a algunos políticos aliados, junto con ellos. Piense en Barack Obama, Nicolas Sarkozy, Silvio Berlusconi y el último hombre que lucha por dirigir Japón. Un contraste muy fuerte con los Gobiernos populares en países como Brasil.
Finalmente, los líderes de los países ricos parecen incapaces de llegar a un acuerdo. La cultura de guerra americana define su política. Hay agrias disputas sobre el futuro de la UE y el euro. Japón siempre busca su papel en el mundo. Los países pobres tienen sus peleas, pero dudo que se refleje en sus objetivos como ocurre en los ricos.
Claro, hay excepciones. Muchos países pobres, como Tailandia, están luchando. Algunos más ricos, como Alemania, lo hacen relativamente bien pese a la crisis que les rodea. Los balances globales parecen haber cambiado. Esto no debería sorprender. La gente de los países desarrollados quiere más riqueza y aprende de aquellos que la han acumulado delante de ellos. Y en cuanto al malestar en la cultura de los que ya son ricos, casi dos milenios después de que el Imperio Romano comenzara a caer el jurado cuestiona qué fue lo que salió mal.
Edward Hadas