Empresarios seguros de sus empresas
Los responsables de las empresas, además de defender su gestión y las cuentas anuales a que esta ha dado lugar, suelen aprovechar la junta general para enviar mensajes de futuro sobre los planes de la compañía y las tendencias del sector. Casi siempre emiten también sus opiniones sobre la situación económica general, nacional e internacional, y, en clave española, analizar la política económica del Gobierno de turno. Estos últimos aspectos, como es lógico, adquieren más relevancia cuanto mayor es la implantación de la empresa, sea en el mercado doméstico o en los internacionales. Ocurre, sin embargo, que en épocas de bonanza esos mensajes, aunque injustificadamente, suelen tener una relevancia relativa, que se difumina en la buena situación general de la economía. Y eso es justo lo contrario a lo que ocurre en las épocas de crisis, como la actual. Cuando la recesión amenaza, las palabras de los grandes empresarios son analizadas con lupa, bien a la búsqueda de algún rayo de esperanza que aleje a la economía de las dificultades, o bien para emplearlas como arma arrojadiza política contra las medidas adoptadas por el Ejecutivo de turno. En cualquier caso, y sean las críticas o las alabanzas del calado que sean, las opiniones de los empresarios deben ser consideradas como uno de los termómetros más fieles de la evolución de la economía, del crecimiento, del desarrollo y, muy especialmente, del empleo.
Los mensajes destilados por los grandes empresarios en las juntas generales celebradas este año ofrecen dos notas distintivas comunes muy a tener en cuenta. Por un lado, expresan una visión ligeramente positiva sobre la evolución de la empresa, sea financiera o manufacturera, sea de uno u otro sector, que es más relevante en el difícil contexto en que están realizando su actividad. En este sentido, han incidido en general en la necesidad de reducir el apalancamiento y refinanciar la deuda. Es decir, la empresa sigue planteando la sequía de financiación como el primer problema en su sistema sanguíneo. Los importantes pasos dados en España para la reconversión del sector financiero serán una noticia mejor cuanto más rápidamente se recobre el flujo de crédito para financiar la actividad empresarial y los proyectos de futuro.
El otro gran vector coincidente en los discursos de los presidentes de las grandes empresas no es nada nuevo, se llama internacionalización. Es común el convencimiento de que la apertura al exterior, y el importante porcentaje que ya suponen los mercados internacionales en el negocio de las empresas españolas, ha supuesto un extraordinario amortiguador del mal comportamiento de la actividad interna. La diversificación del negocio, en la que la geográfica es uno de los puntales más eficaces por su capacidad para equilibrar riesgos, es una asignatura aprobada con nota por la mayoría de las grandes empresas españolas, que en menos de dos décadas han dado un salto cualitativo en los mercados internacionales inimaginable hasta para los más optimistas. Ahora sólo falta que, lejos de ponernos trabas a nosotros mismos con un equivocado concepto compartimentado de la promoción del país, empujemos todos, sector público y privado, particulares e instituciones en la misma dirección para impulsar la marca España.
El éxito de la Selección Española de Fútbol en el Mundial es un extraordinario ejemplo de cómo se pueden aprovechar las virtudes del trabajo en equipo bien hecho, y potenciar así la fortaleza de un país en la que, inexplicablemente, a muchos les cuesta creer. No así a los emprendedores, que conocen la fortaleza de sus empresas, están seguros de las enormes posibilidades de estas y saben lo mucho que aún pueden conseguir. Esa confianza viene avalada además por los inversores extranjeros que, a pesar de la crisis de la deuda, no sólo se han confirmado sino que se han reforzado como los grandes compradores de las emisiones del Tesoro español.
El ligero optimismo y la visión positiva para la empresa que se abre paso no debe esconder, sin embargo, la urgencia de esas "medidas de ajuste profundo" reclamadas por los ejecutivos en los campos laboral, financiero, energético, educativo y de las pensiones, entre otros, que requiere la economía española para afrontar el futuro con la seguridad necesaria.