España quita los siete velos a la banca europea
El enfrentamiento entre Zapatero y Merkel desencadena un ejercicio de transparencia inédito en Europa.
Mucho antes de la semifinal del Mundial de fútbol del pasado 7 de julio, Alemania y España ya mantenían un duro enfrentamiento en el terreno comunitario. Y a diferencia de lo ocurrido durante el encuentro jugado en Durban, el Gobierno alemán de Angela Merkel tenía acorralado al de José Luis Rodríguez Zapatero contra las cuerdas de la deuda soberana.
Pero España decidió contraatacar. Y ha obligado a la banca europea a bailar una danza de siete velos a la que se resistían con uñas y dientes los bancos de países como Reino Unido o Alemania. El último velo caerá el 23 de julio, cuando por primera vez en la historia de la UE se publiquen los resultados del chequeo de fortaleza al que se han sometido las principales entidades europeas. Sea cual sea el resultado, a España le ha servido, al menos, para zafarse del agobiante pressing alemán.
Desde principios de mayo, La Moncloa se desayunaba casi cada mañana con rumores en la prensa internacional, alimentados desde Berlín, sobre el inminente rescate de la economía española por parte del recién creado Fondo europeo de estabilidad financiera y del Fondo Monetario Internacional. Y en Bruselas, Alemania exigía y lograba colocar a España y a Portugal en la picota de la disciplina presupuestaria como condición para ayudar a Grecia o a cualquier otro país de la zona euro en dificultades.
Las entidades bancarias alemanas, sostenidas por angarillas de capital público, y las del Reino Unido, en gran parte nacionalizadas, observaban con alivio ese desplazamiento del epicentro de la crisis hacia la península ibérica.
Y mientras España veía abrirse peligrosamente el diferencial del coste de su deuda con los bonos alemanes y la banca española se quedaba prácticamente sin acceso a la financiación externa, las entidades europeas, incluidas las más podridas, sesteaban en su hamaca de autocomplacencia, como si la crisis de la zona euro fuera un problema de la periferia.
Pero esa calma se hizo añicos el 15 de junio por culpa de España. Ese día, en una discreta página interior del diario El País, se desvelaba que el Gobierno de Rodríguez Zapatero estaba presionando a la Comisión Europea para hacer públicos los resultados de las pruebas de estrés de la banca comunitaria que tan celosamente se ocultaban a los mercados. La temida danza de los sietes velos había comenzado, pero la banca europea y los organismos comunitarios se resistían a salir a la pista.
Al día siguiente, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, sin esperar a un acuerdo de la Unión Europea, anunció que publicaría unilateralmente los resultados de las pruebas de resistencia de la banca española para intentar zanjar los continuos rumores sobre su supuesta falta de solvencia.
El contraataque se completaba con un diplomático toque de atención al Gobierno de Merkel. "De paso, le hicimos saber a Berlín que, sobre la situación económica de España sólo pueden hablar las instituciones nacionales o las internacionales con competencias en la materia", recuerdan fuentes españolas que siguieron desde Madrid los primeros compases del baile.
Esa misma semana, durante la última cumbre europea (17 de junio) de la presidencia española de la UE, Zapatero logra que los 27 países de la UE pacten la publicación de los tests de estrés que llevarán a cabo los supervisores. De manera casi inmediata el foco de atención de los mercados se desplazó de España hacia precaria situación de los bancos públicos alemanes, a pesar de las maniobras de Berlín para intentar restringir al máximo el ámbito y dureza de los tests. La banca británica también empezó alertar sobre los riesgos del ejercicio, cuyos resultados podrían ser malinterpretados por los inversores.
Demasiado tarde. "Pronto quedó claro que la dinámica puesta en marcha por España obligaba a todo el sector europeo a someterse a la prueba", señala una fuente comunitaria. "Si algún banco importante se hubiera negado, la respuesta del mercado hubiera sido devastadora para sus intereses".
La batalla, sin embargo, no ha terminado. El próximo martes se reúne en Bruselas el consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) para decidir, entre otras cosas, cómo se presentarán en público las pruebas de estrés. Y a juzgar por lo ocurrido durante las negociaciones sobre la metodología que se aplicará al chequeo, parece claro que Alemania intentará imponer una danza lo más recatada posible.
El BCE y la Bruselas se apuntan al baile
Tan pronto como España forzó el acuerdo para que la UE publicase el resultado de las pruebas de estrés de las entidades financieras, Bruselas y Fráncfort secundaron la iniciativa. El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, aseguró el jueves que el emisor europeo "estaba convencido desde el principio de que la transparencia tiene sus ventajas y de que es bueno que el mercado pueda ver exactamente el resultado de las pruebas".El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Barroso, también se apresuró el 17 de junio, después de que la cumbre europea aprobase la propuesta española, a defender la necesidad de un ejercicio que, según el portugués, "ayudará a despejar sospechas infundadas".A pesar de ese entusiasmo de las instituciones comunitarias por la publicación de los tests, el año pasado no se difundieron de manera desagregada los resultados del chequeo realizado por el Comité europeo de supervisores bancarios (CEBS), del que forman parte el BCE y la CE. Ni siquiera se precisó entonces a qué bancos se había realizado la prueba.El CEBS se limitó a publicar los resultados de un test aplicado a 22 entidades, presumiblemente las que tuvieran más actividad transfronteriza en al UE.El ejercicio indicó que en base a las hipótesis de caída del crecimiento, aumento del paro y depreciación de activos inmobiliarios, los bancos analizados sufrirían en total unas minusvalías de hasta 440.000 millones de euros, pero mantendrían su nivel de capitalización por encima de los mínimos exigidos.Ahora, si no lo impide Alemania, el CEBS tendrá que publicar el impacto de los escenarios manejados banco por banco. En total, 91, número que incluye a todas las cajas españolas y los principales bancos.