Gestair lucha por mantener vivos los microcréditos de Magdala
La solidaridad privada se queda sola tras el recorte de ayuda al desarrollo aprobado por el Gobierno español.
Cuando el pasado 12 de mayo llegó la noticia a la Fundación Magdala de que el plan de ajuste fiscal aprobado por el Gobierno para cuadrar las cuentas públicas incluía un severo recorte de 800 millones de las cantidades destinadas a la ayuda al desarrollo, se conmovieron los cimientos de esta pequeña organización solidaria.
Nacida en 2001 por el impulso de una familia ligada a una empresa con gran tradición en aviación ejecutiva, Gestair, durante una década la fundación ha tenido como base y garantía de la estabilidad de sus proyectos solidarios los fondos que aportaba la aerolínea. En la actividad de Magdala, no obstante, se ha producido una dinámica que ha ido contra corriente de la que era habitual: aquí han sido las aportaciones privadas las que han sido capaces de movilizar el dinero público. Por cada euro aportado por Gestair se han puesto en danza otros cinco euros de los fondos para el desarrollo del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Majadahonda.
Pero llegó el recorte y, como ha advertido la Coordinadora de ONG para el Desarrollo en España (Congde), tras el ajuste del Gobierno central tocará mover ficha a los gobiernos autónomos, diputaciones provinciales y ayuntamientos que aportan casi el 13% del total de la ayuda oficial al desarrollo: unos 670 millones.
Pilar de Vicente Abanades, presidenta de la Fundación Magdala, es consciente de la que se viene encima. "Cuando los fondos públicos se retiren sólo nos quedarán las aportaciones de Gestair, y debemos ser conscientes de la crisis por la que atraviesa la actividad aérea". La adversidad es grande, pero se muestra firme: "continuaremos".
La Fundación Magdala desarrolló en sus siete primeros años de existencia un total de 70 proyectos solidarios, especialmente en África. A partir de 2007 entabló una estrecha colaboración con el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, y con su entidad financiera el Banco Grameen.
Pilar de Vicente está persuadida de que la fórmula de concesión de microcréditos que se practica en Grameen es "la vía más eficaz de luchar contra la marginación y la pobreza".
Colaboración con Yunus
La presidenta de la Fundación Magdala explica que la organización fundada en 1976 por Yunus en Bangladesh tiene como actividad principal proporcionar microcréditos a grupos de cinco individuos. Impone como condición imprescindible para acceder a nueva financiación que todos los beneficiarios devuelvan los préstamos.
La gran mayoría de los clientes de Grameen, el 96%, son mujeres, "situación inversa a la de los grandes bancos comerciales en los países pobres". El historial de pagos del banco es impecable: el 98,85% de los créditos son devueltos.
A imagen y semejanza de Grameen, la fundación asociada a Gestair puso en marcha en 2008 dos Bancos Magdala en Tanzania y Senegal. Cada institución se constituyó como una empresa social fiel a la filosofía de Yunus. La elección de ambos países africanos para lanzar la experiencia se realizó atendiendo a su estabilidad y también al apoyo hacia la iniciativa recibida desde los respectivos Gobiernos.
Préstamos de 100 euros con un interés fijo del 5%
Hasta marzo de 2009 se han concedido en Tanzania 1.400 microcréditos. El 100% de los clientes son mujeres, la mayoría de ellas con importantes discapacidades y en situación de exclusión social severa.Pilar de Vicente explica que esta "discriminación" de los varones se debe a que "de los 1.000 millones de seres humanos que viven en la pobreza extrema, el 80% son mujeres".El importe de los créditos concedidos por la Fundación Magdala suele ser de 100 euros, aunque en algunos casos llega a 1.000 euros. El interés es fijo del 5% y los plazos de devolución mensuales, con 60 días de carencia.Las beneficiarias han puesto en marcha negocios de venta de productos africanos, peluquería, panadería, repostería, cocina, arreglos de costura, etcétera.