La credibilidad se recupera con el BOE
Falta de credibilidad. æpermil;sa es la clave de las amenazas que acechan a la economía española. Sólo así puede explicarse el castigo que los mercados están infringiendo a las finanzas nacionales, tanto públicas como privadas. E incluso que la propia Comisión Europea haya pedido más explicaciones a la ministra de Economía, Elena Salgado, sobre cómo rebajará al 6% el déficit en 2011. Pero aun con estas incertidumbres, la desconfianza que genera la economía de España es injustificada.
Los mercados prefieren, sin embargo, hacer oídos sordos y se acogen a cualquier rumor que ponga en entredicho la solvencia española. El Gobierno se esfuerza para convencerles de que España no recurrirá a las ayudas de Bruselas porque no lo necesita. Pero tiene poco éxito en el empeño y así es incapaz de frenar la espiral del precio de la deuda, que roza niveles preocupantes. Ayer, la rentabilidad del bono a 10 años cerró en 4,883%, peligrosamente cerca del 5% al que presta la UE a Grecia para ayudarla a salir de su grave crisis. De poco ha servido que España haya empezado un duro plan de ajuste fiscal, aprobado en Consejo de Ministros un nuevo modelo de relaciones laborales, anunciado la reforma de la Seguridad Social o avanzado definitivamente en la reconversión del sistema financiero con fusiones que afectan a más de una treintena de cajas y a varios bancos.
La respuesta está en la credibilidad, como explicó ayer el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en el discurso del informe anual de la entidad. Si 2010 cierra las cuentas públicas por encima del 9,3% previsto por el Gobierno -para acercarse al objetivo del 3% en 2013-, será más difícil aún recuperar una fiabilidad que hoy está bajo sospecha. El Gobierno no se debe arredrar a la hora de tomar medidas para recuperarla.
La credibilidad no sólo está en juego con las cuentas públicas. Ni los mercados ni Bruselas se conforman ya con reformas que se anuncian, pero no se publican en el BOE. Por eso, el hecho de que hoy entre en vigor la reforma laboral aprobada ayer por el Gobierno será un acierto. Porque ya hay prisa. El gobernador del Banco de España pide que antes de verano se cumpla con la reestructuración del sistema financiero, el ajuste presupuestario y la reforma laboral, pero también con la de las pensiones. Y es que no sobra tiempo. El Gobierno debe acelerar estas y otras medidas, por costosas que sean en términos políticos y electorales. Se equivocará si no es ambicioso, porque el nuevo marco laboral aprobado ayer se ha quedado a medio camino, entre otras cosas, por no reformar a fondo la negociación colectiva para que atienda a las verdaderas necesidades de las empresas y sus trabajadores, y no meramente a las de los agentes sociales. Quizá así empiece a ganarse la confianza que se le niega dentro y fuera de España.