BP pagará a Obama con el dividendo
El consejo de BP está discutiendo finalmente la supresión del dividendo ante el desastre del golfo de México. Pero la medida puede llegar tarde ante una nueva ofensiva de Barack Obama, que podría exigir un depósito en efectivo para afrontar reclamaciones si se alarga la fuga de petróleo.
Racionalmente hablando, la idea del depósito es defectuosa, pues no debería dudarse de la intención de BP de pagar las legítimas reclamaciones. A pesar de sus defectos, la empresa siempre ha mantenido esta actitud "sin ninguna discusión". Tampoco puede haber dudas sobre su capacidad de pago, a menos que la Administración de EE UU cree nuevas obligaciones económicas masivas.
El mayor riesgo de provisionar este dinero, incluso en una cuenta supervisada independientemente, es que estos fondos pertenecientes a los accionistas de BP acaben cubriendo demandas espurias. Podría suceder que abogados, e incluso los legisladores estadounidenses, pretendan pescar tales fondos para propósitos más amplios.
Quizá BP no tendría que afrontar este depósito si hubiese tomado antes la iniciativa de no pagar dividendos mientras continúe el escape del pozo. Habría sido una expresión de realismo político. Aunque quizá haya también una justificación financiera para reducir o suprimir el dividendo, dado el descenso de negocio en EE UU ante la tragedia del Golfo.
Carl-Henry Svanberg, presidente de BP, se enfrentará mañana a una negociación peliaguda en la Casa Blanca. El mejor resultado probablemente sería que no se le exija una provisión de fondos a cambio de una supresión del dividendo hasta que el pozo esté cerrado. Pero no parece que sea suficiente. Obama tiene la fijación de resarcir a la gente de Luisiana y de otros estados del Golfo.
Así que BP podría tener que ceder. Si lo hace, debería ofrecerse a pagar una pequeña cantidad -quizá unos pocos cientos de millones de dólares- en fideicomiso en forma trimestral para atender posibles demandas. Quién sabe, quizá le permitiría pagar un pequeño dividendo. Sin embargo, dada la habilidad con la que BP ha manejado la situación, tiene un duro desafío para evitar lo peor de ambos mundos.
Por Christopher Hughes