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Columna
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El mercado fracasado de Reino Unido

Las empresas financieras de Londres confiaban que la discusión acerca de una investigación sobre las tasas de suscripción se disiparía. Les han decepcionado. La Oficina de Comercio Justo (OFT en sus siglas en inglés) ha lanzado un "estudio de mercado" sobre el coste de las emisiones de acciones.

Es difícil argumentar en contra de una revisión. Las empresas británicas pagaron una tasa media de un 3% por los 70.000 millones de libras de capital en 2009, según la OFT. Antes de la crisis, el coste medio era de alrededor de un punto porcentual menos. Las mayores tasas son sólo parte del problema. El descuento al cual las nuevas acciones se venden también han aumentando. Para evitar ser diluidas, los accionistas tienen más probabilidades de inscribir nuevas acciones, lo que reduce el riesgo para los subscriptores. La crisis parece crear un nuevo estado de ánimo que considera aceptable para los bancos cobrar un 4% por un precio de emisión con un 40% de descuento.

Mucha de la culpa recae en las empresas y los inversores, que han fallado en vigilar los bancos de inversión. Pueden ver a sus banqueros tanto como lo harían con un cardiólogo -un especialista cuyos honorarios no deben ser cuestionados-. Como usuarios experimentados de los mercados de capital, sin embargo, los accionistas son más culpables. Tal vez, el hecho de que recuperen algo de las tasas de los bancos mediante la subsuscripción ha comprado su conformidad.

Sin embargo, la estructura del mercado de suscripción todavía parece defectuosa. Los asesores de Prudential lograron encontrar a 30 bancos dispuestos a suscribir gran parte de los 21.000 millones de dólares de los aseguradores de Reino Unido en cuestión de unos días. El problema parece ser la transparencia.

La OFT podría dificultarle la vida a los banqueros imponiéndoles topes a las tasas y los descuentos. Una opción mejor podría consistir en exigir a los bancos una explicación por escrito de por qué sus tasas están justificadas. Eso podría revelar que es más bien un negocio de consumo en masa con poco que ver con la cirugía cardiaca como los ejecutivos piensan.

Los bancos pueden no tener mucho margen para recuperar la iniciativa. Harían bien en utilizar esa oportunidad en lugar de reducir sus tasas -o justificarlas-.

Por Nicholas Paisner

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