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Dogma en Bruselas, ¿tabú en Berlín?

La repentina dimisión del presidente de la República alemana se ha atribuido a razones que parecen alejar aún más a Berlín de Bruselas. Si la versión oficial es correcta, Horst Köhler (cuya sorprendente biografía se resume al final de esta entrada), ha renunciado al cargo por defender que su país aumente su presencia militar en el exterior. Un objetivo perseguido desde hace años por el club comunitario del que forma parte Alemania.

Köhler, a la vuelta de una visita a las tropas alemanas en Afganistán, declaró que "un país de nuestro tamaño, centrado en las exportaciones y en el comercio internacional, debe ser consciente de que en caso de emergencia, el despliegue militar puede ser necesario para proteger nuestros intereses". Al parecer ese vínculo entre comercio y ejército resulta insoportable para la opinión pública alemana.

En Bruselas, sin embargo, esa vinculación se establece continuamente Y a la manida frase de que la UE es un gigante económico y un enano político, sigue siempre la coletilla sobre la necesidad de aumentar la presencia militar en el exterior del Viejo Continente.

El ejemplo más reciente de ese dogma figura en el informe del Grupo de Reflexión presidido por Felipe González sobre el futuro de Europa, en el que se lamenta que "el 70% de las fuerzas terrestres europeas son incapaces de operar en el exterior, pese a que hoy en día los conflictos requieren fuerzas expedicionarias capaces de desplegarse y permanecer".

El Grupo, del que formaba parte el alcalde de Stuttgart, Wolfgang Schuster (de la CDU, como Köhler), preconiza un nuevo "modelo europeo de seguridad" que reconozca "la interdependencia entre las dimensiones interna y externa de la seguridad". Y concluye que, "por encima de todo, es necesario que los Estados miembros de la UE reconozcan que la seguridad interior está supeditada en gran medida a la consecución de un entorno exterior seguro". Parece que en Alemania, al menos, no es así.

La otra posibilidad es que el linchamiento de Köhler se deba a otras razones. En los últimos meses, sus declaraciones contra "la dictadura de los mercados" ya provocaron bastante revuelo. Y su extemporánea intervención para defender el rescate de Grecia tampoco sentó demasiado bien. El semanario Spiegel señala, sin identificar a las fuentes, que Köhler se sintió decepcionado por la falta de apoyo de Merkel y su gobierno ante la avalancha de críticas a sus declaraciones.

(En cualquier caso, su dimisión permite descubrir una biografía apasionante y europea como pocas: Köhler, el séptimo de ocho hermanos, nació en 1943, en plena II Guerra Mundial, en territorio polaco ocupado por el ejército alemán. Sus padres eran agricultores de origen alemán procedentes de Besarabia, en Rumanía, a los que se obligó a instalarse en Polonia. En 1944, la familia Köhler emigró hacia Alemania, ante el avance de las tropas soviéticas, pero se instalaron en Leipzig, que pasó a formar parte de la República Democrática. En 1953 huyeron a la parte occidental de Alemania y durante cuatro años vivieron en campos de refugiados hasta que se instalaron en Swabian. A partir de ahí, llegar a ser director general del FMI y, después, presidente de la República alemana, le debió parecer un camino de rosas a Köhler).

Imagen: Foto de Horst Köhler (tomada de la página web de la presidencia de la república alemana).

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