América Latina capea la crisis y se lanza a la apertura comercial
La reanudación de las conversaciones para un tratado de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea, estancadas desde hace seis años, unida al cierre de acuerdos de Centroamérica, Colombia y Perú marcan el siguiente paso adelante de América Latina. Un subcontinente que sale relativamente reforzado de una recesión global y crecerá un 4,3% este año, según la Cepal.
América Latina suma y sigue. La cumbre con la Unión Europea que acaba de celebrarse en Madrid estuvo marcada por las negociaciones de apertura comercial entre los grupos, proyectos ambiciosos que marcan una nueva etapa desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia.
El movimiento se sitúa en un momento histórico para el subcontinente, que sale de la mayor recesión global en ocho décadas como uno de los ganadores relativos, siguiendo la estela lejana de China. Por una vez, la región no ha amplificado las recesiones marcadas por los países ricos. La caída del comercio global y de los precios de las materias primas llevaron el año pasado a una reducción del producto interior bruto latinoamericano del 2%, pero el grueso de los organismos internacionales y centros de análisis privados coinciden en pronosticar una salida de la recesión en forma de V (es decir, con vuelta muy rápida al crecimiento tras la caída) para la mayoría de los países.
Más pistas: mientras la zona euro sufre cruentos ataques de los mercados y algunos de sus miembros ven recortada su calificación crediticia, en América Latina se recortan las primas de riesgo y la deuda soberana de Brasil y Perú mejora sus notas. La agencia de la ONU Cepal cree, por su parte, que la inversión extranjera en América Latina crecerá este año cerca del 50%.
China será en 2020 el segundo mercado exportador de la región, según la Cepal
Los expertos atribuyen esa resistencia a la gestión macroeconómica imperante en la última década, marcada por el control del déficit y el rigor monetario, que ha permitido un fuerte recorte de la deuda pública y enjugar el que parecía sempiterno déficit exterior. Así, los grandes de la región han podido permitirse ingentes inyecciones fiscales y monetarias en los tiempos más duros, y afrontar la salida de la crisis con niveles de déficit controlados. No en vano, son los países menos ortodoxos, como Venezuela o Argentina, los que sufren peores expectativas.
Otro de los factores cruciales en la rápida recuperación del grueso de América Latina es la pervivencia de la banca pública, largamente extinguida en Estados Unidos o Europa (al menos, hasta que la caída de Lehman Brothers llevó a una espiral de intervenciones estatales). Mientras el crédito se secaba de forma dramática entre los países más avanzados, en Latinoamérica la banca pública lograba sustituir en parte el drenaje impuesto por el sector privado, limitando los daños a la economía real. Eso sí: ello fue acompañado de políticas monetarias más habituales, como la reducción de tipos de interés o de coeficientes de caja.
Con esos ingredientes y quizá algo de justicia poética, parece que, por fin, llega el tiempo de América Latina. La celebración en Brasil de los Mundiales de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 simboliza un salto adelante que, en el ámbito estratégico, se observa en la revitalización de iniciativas de librecambio. Más allá de las polémicas regiones comerciales entre el continente (el ALCA o su alternativa bolivariana, el ALBA), la región apostó en bloque la pasada semana por Europa: Mercosur reabrió las negociaciones paradas en 2004, en tanto que los países de América Central, en bloque, y Colombia y Perú de forma individual sellaban ambiciosos acuerdos de librecambio.
Encuentro entre emergentes
Pero la apuesta comercial de América Latina, algunos de cuyos países tienen tratados con Estados Unidos y Canadá, no se limita a las potencias tradicionales. Un informe publicado hace dos semanas por la Cepal sostiene que China se convertirá la próxima década en el principal origen de sus importaciones y en el segundo destino de sus ventas. De mantenerse la actual tendencia, la participación de China en sus exportaciones habrá pasado de un 7,6% en 2009 a un 19,3% en 2020. En el mismo periodo, Europa mantendrá una participación en torno al 14,0%, mientras EE UU retrocederá desde el 38,6% al 28,4% del total. La región ya no pone todos los huevos en la misma cesta.
Regreso a la velocidad de crucero
El último informe del FMI señala que América Latina está protagonizando "una recuperación robusta", dirigida por el fuerte consumo interno. En un buen número de países, las bolsas han superado ya los niveles anteriores a la crisis, mientras sus monedas recuperan sus tipos de cambio frente al dólar. Por su parte, la Cepal estima que el PIB regional crecerá este año un 4,3%, prácticamente la velocidad de crucero previa a la recesión.