
Los partidos liberales (Lib) o liberales demócratas (lib-dem) se están convirtiendo en una fuerza política de referencia en la Unión Europea. Además de varios primeros ministros (Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Estonia), gobiernan en coalición con los conservadores en Alemania y, desde esta semana, en el Reino Unido.
Suman, además, siete comisarios europeos (más que los socialistas) y en carteras tan importantes como Asuntos Económicos (Olli Rehn), Agenda Digital (Neelie Kroes), Interior (Cecilia Malmström) o Comercio (Karel de Gucht). Y en el Parlamento Europeo ocupan 84 escaños, lo que les convierte en el tercer grupo por detrás del PPE y PSE.
La aparente decepción de una parte del electorado con las tradicionales posiciones ideológicas de derecha e izquierda parece estar abriendo espacio para unos partidos que, en líneas generales, combinan la apuesta por el libre mercado con una defensa de los derechos civiles y las libertades individuales.
Esa flexibilidad parece ser su mejor arma electoral. Pero también su principal peligro, porque cuando llegan al Gobierno, sobre todo, si es en coalición, se ven obligados a renunciar a algunas de sus promesas electorales, como las rebajas de impuestos. Y a ojos del votante pueden acabar asimilados a las formaciones tradicionalmente conservadoras. Ha pasado en Berlín y puede pasar en Londres.
España, curiosamente, se mantiene al margen de la nueva moda (el PNV y CIU forman parte de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa, pero su electorado responde a un perfil más conservador) y el único poder real que tocan los liberales es en el Banco de España ;). Así que, de momento, en España la palabra Lib sólo evoca el nombre de una revista (desaparecida, si no me equivoco) que a veces llevaba en la portada a Agata Lys.
Imagen: tomada de la web www.todocolección.net