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Tribuna
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Elecciones catalanas

Aunque las elecciones autonómicas en Cataluña no se celebrarán hasta noviembre de este año, la carrera electoral ya ha empezado. Lo curioso es que todos los medios de comunicación se están haciendo eco de las declaraciones y manifestaciones de los distintos candidatos, sin embargo ninguno ha hecho referencia a una propuesta estrambótica del partido por el que se presenta Joan Laporta, Reagrupament. Estamos completamente de acuerdo en que nadie puede entrar a cuestionar la legitimidad que tiene cualquier ciudadano a la hora de reclamar la independencia para su región, pero lo que sí nos parece una total atrocidad es que se pretenda aprobar una propuesta para que sea la Generalitat la que decida sobre la conservación y la pérdida de la condición de la nacionalidad catalana. Es normal, y ya habitual, que los partidos catalanes intenten enarbolar la bandera del catalanismo, pero Reagrupament ha ido mucho más allá que todos ellos.

No creemos que en ningún Estado del mundo, o por lo menos en ninguno europeo, exista ningún precepto normativo como el que pretende aprobar Reagrupament si formara parte del Gobierno catalán. En España, por ejemplo, se establece que la nacionalidad se consigue por los siguientes supuestos: por filiación, por nacimiento en España, por adquisición derivativa, por opción, por residencia o por carta de naturaleza. Lo mismo ocurre en Francia, Gran Bretaña y Alemania, países que añaden un elemento más, la consideración de ciudadanos de la Commonwealth y la adopción de menores, respectivamente.

Con esto no estamos queriendo decir que en estos países no se contemple la posibilidad de la pérdida de la nacionalidad, pero siempre y cuando se cumplan los siguientes supuestos: renuncia del interesado, los emancipados que residen habitualmente en el extranjero, o aquellos que sin ser de origen del país fueran condenados a su pérdida o cuando durante tres años utilizasen exclusivamente la nacionalidad de la que hubiera declarado renunciar al adquirir la nacionalidad española. El problema es que la propuesta de Reagrupament no parece caminar por esos derroteros, sino más bien por un ideario sacado de Mein Kampf. Que la decisión de la conservación y de la pérdida de la nacionalidad catalana corresponde al Gobierno mediante la ley que se habilite a tal respecto nos indica que se premiará a los ciudadanos buenos y se castigará a los malos. La cuestión es saber qué se considera un buen ciudadano y qué no, y quién evaluará al evaluador de este tipo de procedimiento.

Gema Sánchez Medero. Profesora de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Complutense

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