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Lunes de los fondos

Selección tras la asignación

Además de la distribución de activos, elegir bien los fondos marca la diferencia.

La asignación o distribución de activos (asset allocation, en inglés) es el elemento más importante en la gestión de una cartera diversificada. De ello dependerán en gran medida los resultados de la misma, tanto si la gestión de la asignación es principalmente estratégica o táctica como ambas. Las decisiones de asignación no sólo serán activas sino pasivas (dejación). Es decir, la decisión de no invertir o infra ponderar radicalmente por ejemplo los mercados emergentes en los últimos años ha podido tener un atribución negativa en el resultado de la cartera.

Dicho esto, una segunda fase en la construcción de una cartera es la selección de los productos concretos que rellenarán las asignaciones a cada tipo de activo. Las características de liquidez, seguridad, fiscales, etc. del tipo de producto tendrán una importancia determinante. En carteras de inversión estables y de medio y largo plazo los fondos tienen un a serie de ventajas decisivas. Además de ser el único producto que disfruta de la ventaja fiscal de exención por traspaso (lo que puede generar ahorros de muchos miles de euros dependiendo de los importes y plazos), proporciona también un elevado nivel de seguridad. Este nivel de seguridad viene dado por ser un producto regulado que ha superado con nota alta la crisis financiera, por su elevada diversificación y por su liquidez diaria.

¿Importa la selección de los fondos para cada clase de activo? Yo les proporciono algunos datos. En una de las categorías más de moda en estos momentos, renta variable norteamericana, la diferencia entre el fondo más rentable (92%) y menos rentable (23%) en el último año es de casi un 70%. La rentabilidad media se sitúa en algo más del 45%. En una de las categorías más populares entre gestores y analistas al principio del año pasado, la renta fija privada en euros, la diferencia entre el fondo más rentable (37,5%) y menos rentable (1,50%) fue de un 36%. La diferencia es extraordinaria si tenemos en cuenta que la rentabilidad media de esta categoría se situó en el 19%.

Sin necesidad de ir a los extremos, si calculamos la rentabilidad media del primer quintil con respecto a la rentabilidad media del último quintil, por ejemplo para el ranking a un año de todos los fondos registrados a la venta en España pertenecientes a la categoría de renta variable norteamericana, obtenemos también resultados muy reveladores. Los fondos del primer quintil obtuvieron una rentabilidad media del 58,7% mientras que los fondos del último 25% por rentabilidad registraron un retorno medio del 34,4%. La diferencia por tanto alcanza algo más de un 24%. Si en nuestra distribución de activos hubiéramos asignado un 25% del total de la cartera a Bolsa norteamericana, el hipotético cálculo de haber elegido los fondos del primer quintil con respecto al último hubiera tenido un efecto en la rentabilidad total anual de la cartera de nada menos que un 6%.

Establecido que la selección importa, lo que no está tan claro es cómo o si se puede tener la habilidad para seleccionar consistentemente fondos que vayan a situarse por rentabilidad en el primer quintil o al menos en la mitad superior. Uno de los más intuitivos y simples métodos es tomar en cuenta rentabilidades pasadas y asumir que los mejores lo seguirán haciendo bien en el futuro. Este método tan "simplista" es utilizado, al menos parcialmente, por más de un profesional. Nada que objetar en principio si tenemos en cuenta que hay estudios académicos que defienden el principio de persistencia de los retornos.

De hecho, para universos amplios, dependiendo de los tipos de activo y los periodos, efectivamente se pueden obtener resultados positivos. Mi colega Andrew Clark ha publicado algún estudio sobre el tema. Su pertenencia a Lipper no influye para que su análisis concluya que no es válido, en términos agregados, seleccionar fondos en base a retornos históricos. Básicamente, apunta que a veces se puede tener la ilusión de que existe persistencia pero ésta sólo tiene lugar mientras un estilo o sesgo concreto disfruta de rentabilidades relativas superiores. Una vez que termina, el mejor comportamiento relativo también se diluye.

Este último punto sugiere que incorporar una buena asset allocation al proceso de selección puede ser clave para tener éxito en la selección de fondos. Indudablemente existen también sofisticadas metodologías cuantitativas que se han desarrollado y se emplean en la industria. La econometría es un campo muy trabajado pero se sigue innovando constantemente. Por último, tenemos el elemento o análisis cualitativo (due diligence) que en una encuesta realizada por Lipper se apunta por los selectores como un elemento de mayor importancia que el cuantitativo. Cualquiera que sea el método lo importante para los clientes son los resultados y ser capaces de encontrar las claves que conduzcan a conseguirlos con una frecuencia y calibre razonables.

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