"La colaboración público-privada es inevitable"
Ex director de 'project finance' de BBVA, Pedro Michelena preside, desde 2007, el Foro PPP, en el que participan los grandes bancos, despachos de abogados y empresas de infraestructuras
Pendiente de concretar la letra pequeña del Plan Extraordinario de Infraestructuras, Pedro Michelena destaca la importancia de diseñar bien el nuevo modelo de colaboración público-privado que se abre camino en España.
¿Satisfechos con el PEI? ¿Cómo lo valoran?
Lo valoramos positivamente. Supone un avance en la línea que siempre hemos perseguido, que es la necesidad de un plan global de infraestructuras. El Foro se creó en 2007 a partir de una idea de distintas empresas que entendían que había un déficit de asociaciones privadas para acelerar la participación público-privada en la construcción de infraestructuras y establecer relaciones con las Administraciones. Hemos pasado por distintas fases y ahora estamos en un momento muy positivo en la relación con la Administración central.
"La rentabilidad de retorno de los proyectos podría situarse entre el 8,5% y el 9,5%. No estamos en los años gloriosos, pero debe ser atractiva"
¿Ha sido la llegada de José Blanco a Fomento la que ha impulsado esta iniciativa o ha tenido más que ver la austeridad presupuestaria?
Las dos cosas, pero lo cierto es que Blanco planteó a su llegada que una actuación fundamental de su departamento sería mejorar la relación con las partes que intervienen en la construcción de infraestructuras y que la colaboración público-privada iba a ser uno de los ejes principales.
¿Qué aspectos relevantes del plan quedan por concretar?
Diseñado el plan, ahora hay que aterrizar. Tenemos que analizar cómo se van a licitar los proyectos; el tipo de concesiones; cómo se concreta la financiación; qué compromisos implica la aportación de un 20% de fondos propios; tenemos que ver si la colaboración del BEI y el ICO es fija o no; cómo van a quedar los pagos de rentabilidad; cuáles son los riesgos de construcción, etcétera. Si funciona bien el plan, puede ser un modelo para que las autonomías avancen en sus proyectos con un marco contrastado. Por eso, la letra pequeña es muy importante.
¿Cuál es la rentabilidad esperada por las empresas?
Hay dos niveles. Uno es la obra pública, que afecta a las constructoras y empresas de ingeniería; el otro es el mantenimiento. Luego está la inversión de los fondos propios. La rentabilidad esperada tiene que ser suficiente, porque el 20% de fondos propios es una cantidad sustancial. Habrá que buscar mecanismos para evitar que se comprometan operaciones que después sean inviables. Cada proyecto es un mundo, pero creo que el ministerio es consciente de que la rentabilidad en conjunto, tanto para los financiadores como para los participantes, debe ser suficiente en función del riesgo. No estamos en los gloriosos años 2000. La rentabilidad de retorno del proyecto podría estar entre el 8,5% y el 9,5%. La visión de todos es que no tiene que servir para forrarse, pero debe ser atractiva para los inversores.
¿Cómo respiran las entidades financieras?
Están abiertas a financiar. Hay una buena disposición, pero es cierto que, en la situación actual, el coste de la financiación va a ser mayor.
¿Tendrá continuidad el modelo de concesión?
Por supuesto. Es absurdo que teniendo las empresas de infraestructuras más eficientes del mundo no se aproveche esta fórmula de colaboración. El Estado sigue siendo el responsable del servicio. Ahora bien, ¿tiene que prestarlo físicamente? No se trata de privatizar, sino de que el servicio lo preste el mejor. Con el PEI se ha producido un cambio filosófico.
Las grandes infraestructuras en este país están prácticamente hechas...
Sí, quedan pocos grandes proyectos. Tenemos pendiente los equipamientos sociales, aunque quizás no sea el momento más adecuado para abordarlos. Además, quedan las infraestructuras del agua.